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viernes, 4 de septiembre de 2015

El pecado del mundo

El pecado del mundo
¿Hay algo más hermoso que el amor? Con lo sencillo que es, y oye, mueve montañas, yo lo compararía con la parábola del grano de mostaza. Un poquito de amor, nada más que un poquito, y bastaría para solucionar los problemas del mundo; no habría guerras, ni hambre, ni miseria, ni desahucios, ni envidia, ni rencor… el egocentrismo hay que mandarlo de vacaciones permanentes, para toda la eternidad mientras que exista el universo. Este es el culpable de todos los males, el yo me lo merezco todo, yo soy el primero; llega a tal nivel que vemos esas noticias escalofriantes en los telediarios y no nos pasa nada, no se nos inmuta ni el más insignificante vello de nuestro cuerpo. Es como si estuviéramos inmunizados ante tanta barbaridad como se nos muestra en personas como nosotros que lo tratan peor que al animal más insignificante y cruel que nos podamos echar a la cara.

¡Ay el amor! ¿Dónde estás desconocido? ¿Dónde habitas que solo se te ve en diminutas brisas casi opacas? ¿Dónde, donde? ¿Dónde estás empatía? Recuerdo que mi padre me decía: “hijo mío, lo que a ti no te gusta que te hagan, tú no lo hagas” ¿Dónde estás caridad? Y el día del juicio final ¿Qué pasará? ¡Lo que hicisteis con uno de estos mis pequeños lo hicisteis conmigo!