Vistas de página en total

domingo, 4 de mayo de 2014

BREVE HISTORIA DE LOS PAPAS MÁS RELEVANTES: San Pío X- Benedicto XV- Pío XI y Pablo VI.

San Pío X  
257º Papa.- San Pio X (Giuseppe Melchiorre Sarto) dijo: <<Acepto el pontificado como una cruz, y porque los papas que han sufrido por la Iglesia en los últimos tiempos se llamaron Pio, tomo ese nombre>>. Después, cuando fue coronado, anunció todo su programa pontifical en una frase: << ¡Omnia instaurare in Christo!>> (<<Todo lo instauraré en Cristo>>).
Lo dejó claro en su primera encíclica, En supremi apostolatus cathedra. <<Nuestro mundo sufre un mal: la lejanía de Dios. Los hombres se han alejado de Dios, han prescindido de Él en el ordenamiento político y social. Todo lo demás son claras consecuencias de esa postura>>, anunciaba, y recuerda a todos sus obligaciones como pastor del rebaño que Cristo le ha confiado. Sobre esa base, proclamó nuevamente la santidad del matrimonio, estimuló la educación cristiana de los niños, exigió justicia en las relaciones sociales, recordó a los gobernantes su irrenunciable responsabilidad social y reconoció, ante todos y para todos, que instaurar todo en Cristo exigía que la santidad de la Iglesia se manifieste en todos sus miembros: los sacerdotes, los obispos, los cardenales y los seglares comprometidos con la Iglesia de que forman parte. Y esa preocupación del Papa por la santidad de la Iglesia le llevó a impulsar no pocas reformas en su interior.
Su amor a la Eucaristía le llevó a autorizar la comunión diaria a todos los fieles y a permitir que los niños pudiesen recibir el Santísimo Sacramento a partir de los siete años de edad. La razón para ello la dejó explícita en estas palabras:
<< La finalidad primera de la Santa Eucaristía no es garantizar el honor y la reverencia debidos al Señor, ni premiar a la virtud, sino que los fieles, unidos a Dios por la comunión, puedan encontrar en ella fuerza para vencer las pasiones carnales, purificarse de los pecados cotidianos y evitar las caídas a que está sujeta la fragilidad humana>>
Para mejor difundir el Evangelio dio un gran impulso a la actividad misionera, incentivó la creación de seminarios regionales, encomendó la revisión de la Vulgata a los benedictinos, fundó el Pontificio Instituto Bíblico en Roma y comenzó la publicación de la Acta Apostolicae Sedis, que, desde 1909, es la publicación oficial en que se recogen los documentos pontificios. Como preparación para la celebración del cincuenta aniversario de la proclamación del dogma de la Inmaculada Concepción de María, san Pio X publicó la encíclica Ad diem illum, todo un canto de amor a la Virgen. Su amor por la música sagrada también la dejó patente en su pontificado, y es famoso el Motu proprio firmado en el tercer mes de su pontificado en el que dictaba normas para renovar la música sacra, así como la liturgia de las horas e impulsó cuanto pudo la enseñanza del catecismo para mantener la pureza de la doctrina. Para hacerlo así, san Pio X hubo de mostrarse firme ante el modernismo, y en su decreto Lamentabili, de 1907, condenó las tesis exegéticas y dogmáticas, mientras que en su encíclica Pascendi, de 1907, lo hizo con los modernitas.
Buen jurista desde sus tiempos de obispo de Mantua, y magnífico desde los de Venecia, hizo elaborar, como Papa, una nueva codificación de las leyes canónicas, adecuándolas a las circunstancias que se vivían, una labor que se concluyó bajo el pontificado de su sucesor, Benedicto XV.
El capítulo más doloroso de su pontificado tuvo lugar en Francia en 1905, cuando se consumó la separación de la Iglesia y el Estado, aunque tuvo el consuelo de vivir una respuesta de plena fidelidad por parte de los obispos galos. Ese ejemplo fue seguido, cinco años más tarde, en España y al siguiente en Portugal.
Tan anhelante era de la paz que, anunciando con años de anticipación el estallido de la guerra de 1914, afirmó: <<Gustoso daría mi vida si con ello pudiera conseguir la paz en Europa>>, y el 2 de agosto de 1914 instó a los católicos de todo el mundo a poner los ojos en Cristo el Señor, Príncipe de la Paz, y suplicarle insistentemente la paz mundial.
En su testamento, dijo: <<Nací pobre, he vivido pobre, muero pobre>>, porque siempre supo ser pobre en su corazón: sobrio y frugal en las comidas, amante de la limpieza y del orden, sencillo en sus vestidos, nada amigo de recibir aplausos fue el papa Santo como presbítero, como obispo, como cardenal y como Papa.
Murió el 20 de agosto de 1914. Bromeando, cuando oía decir de él que era un Papa santo, solía comentar: << No santo, Sarto, Sarto>>, pero ya en vida se le atribuyeron muchos milagros, y el 14 de febrero de 1923 Pio XI introdujo su causa de beatificación, que culminó Pio XII el 12 de febrero de 1951, para proclamarle santo el 29 de mayo de 1954. Había que remontarse hasta 1572 para encontrar el último pontífice proclamado santo: San Pio V.
Benedicto XV 
258º Papa.- Benedicto XV, entró en 1882 a formar parte de la Congregación de los Asuntos Eclesiásticos, en el Vaticano, y como colaborador del cardenal Rampolla en la nunciatura vivió en Madrid entre 1883 y 1887, fecha en la que pasó a trabajar en Secretaría de Estado como colaborador del cardenal español Merry del Val.
El cónclave que se reunió tras la muerte de san Pio X fue el primero que se celebró sin la intervención, directa o delegada, de ningún soberano extranjero y cumpliendo rigurosamente las instrucciones sobre su celebración dictadas por el Papa difunto.
En una nueva encíclica, Ad Beatissimi, Benedicto XV señalaba las principales causas de la guerra: la falta de compresión entre los hombres, el menosprecio de la autoridad, la injusticia entre las clases y el exagerado apetito por las cosas perecederas.
En el orden puramente eclesiástico, Benedicto XV canonizó a Juana de Arco y proclamó la encíclica In Praeclara, con ocasión del sexto centenario de la muerte de Dante, en la que recordaba la relación de la Divina Comedia con las Sagradas Escrituras, y alababa la obra del poeta como sublime exaltación de la justicia y la providencia.
Pío XI 
259º Papa.- Pio XI, en 1925, instituye la fiesta de Cristo Rey en el último domingo de octubre.
En el palacio de Letrán, Benito Mussolini y el cardenal Gasparri firmaron el triple acuerdo el 11 de febrero de 1929. Por el nació la Ciudad del Vaticano, un Estado pontificio de cuarenta y cuatro hectáreas- con la basílica de san Pedro, los palacios del Vaticano, los jardines, los museos y varios edificios situados en la ciudad- en el que el gobierno italiano permitió construir una estación de ferrocarril, crear una oficina de correos, teléfonos, y poner en marcha una estación de radio. La residencia veraniega de los papas en Castel Gandolfo fue incluida en el territorio pontificio y más tarde lo fueron otros edificios romanos; y varias basílicas y sedes de las grandes congregaciones se beneficiaron del privilegio de la extraterritorialidad. En el concordato se daba forma legal a las relaciones entre la Santa Sede y el Estado italiano, garantizándole la libertad de culto y la jurisdicción eclesiástica, y el acuerdo financiero permitía la independencia económica y tributaria del nuevo Estado.
Cuando, en 1931, surgieron las discrepancias entre el gobierno fascista y el Vaticano, Pio XI proclamó su encíclica Non abbiano bisogno, en la que criticaba la ideología fascista, al igual que la nazi, la bolchevique y la jacobina. En la encíclica Mit brennender Sorge, de 1937, el Papa denuncia el carácter pagano del nazismo y condena el racismo; el mismo año la Divini Redemptoris condena el marxismo, el comunismo ateo y la doctrina de los sin Dios, y en esa misma línea, cuando Hitler visitó Roma en 1938, el Papa abandonó el Vaticano para no entrevistarse con el dictador alemán.
En la Quadragesimo anno, conmemorativa de la Rerum Novarum de León XIII, el Papa recuerda la obra de la Iglesia a favor de los trabajadores y condena, una vez más, el comunismo.
Canonizó a santa Teresa de Lisieux, a santa Bernardette Soubirous, a san Juan Bosco, a Santo Tomás Moro, a san Roberto Bellarmino y a san John Fisher.
Pablo VI 
262º Papa.- Pablo VI, entusiasmado con la idea  de celebrar el Concilio Vaticano II, el cardenal Montini escribió en enero de 1959:
<<La historia se descubre ante nuestras miradas con perspectivas inmensas y para siglos […] la Iglesia será el punto de mira de los pensamientos y de las preocupaciones de los hombres […] aparecerá como la guardiana de las palabras divinas y de los destinos humanos>>.
Dieciocho días después de la muerte del beato Juan XXIII, el 21 de junio de 1963, Giovanni Battista Montini, cardenal de Milán, fue elegido Papa. En su primer mensaje, dijo:
<<Dedicaremos la mayor parte de nuestro pontificado a la continuación del Concilio Ecuménico Vaticano II, hacia el que vuelven sus ojos todos los hombres de buena voluntad […]. Queremos consagrar a esta tarea todos las energías que el Señor nos ha dado, para que la Iglesia católica, que brilla en el mundo como estandarte alzado sobre todas la naciones lejanas, pueda atraer hacia ella  a todos los hombres por su grandeza, la renovación de sus estructuras y la multiplicidad de sus fuerzas, que proceden de toda tribu, lengua, pueblo y nación>>.
En este sentido, realizó un viaje a Tierra Santa, en enero de 1964, en el que mantuvo un encuentro histórico con el patriarca de Jerusalén, Atenágoras I, e intervino en una reunión de ONU, en 1965, para abogar por la paz mundial.
En este mismo mensaje, quiso hacer suya la preocupación de Juan XXIII por la unión de todas las Iglesias cristianas, el logro de la paz universal, el unum sint, por el que el beato Juan XXIII había ofrecido su vida y para que <<… Los hermanos e hijos de las regiones donde a la Iglesia no se le ha permitido usar sus derechos nos sientan cerca de ellos>>. 
Marcando la diferencia fundamental de los papas de este siglo con los de los precedentes, pocos días después de su investidura afirmó:
<<La Santa Sede no se propone intervenir en los asuntos o intereses que concierne a los poderes temporales, sino favorecer por  doquier la profesión de ciertos principios fundamentales de civilización y humanidad de los que la religión católica es atenta guardiana, que se esfuerza en penetrar almas e instituciones>>.

Introdujo importantes reformas en curia romana, fue artífice del Secretariado para los No Creyentes y los No Cristianos,  y autor de las encíclicas Ecclesiam suam, Mense maio, Mysterium fidei y Christi Matri Rosarii, entre otras.