Reflexiones
Estamos pasando por unos días que si nos dicen hace tres semanas lo que iba a
pasar nos hubiéramos reído o lo hubiéramos tomado como una broma; y de
cierto que así ha sido. Hay mucha enfermedad contagiosa por todo el mundo pero
mientras que no la tengamos aquí como que no le hacemos caso o pasamos de ello.
Decenas de miles de niños mueren en África (aparte de por hambre, el ébola…)
por sarampión y no decimos nada ni
clamamos al cielo ni lo tenemos en nuestras oraciones. Pero que egoístas somos.
Esto está claro que no es castigo de Dios sino del hombre avaro y egoísta
empezando por los poderosos del mundo y terminando, con la ayuda del pecado de la
concupiscencia, por todo el ser humano.
Con esto no es que le quiera quitar importancia al gran
problema que tenemos pero ¿os imagináis
que los, para mí, mal llamados del tercer mundo dijeran que todo por lo que
están pasando es un castigo del Señor? ¿Por qué en muchos casos hay personas
que están haciendo el mal con su egoísmo, avaricia, intolerancia… y no tienen
ninguna desgracia? ¿Por qué otras que no paran de hacer el bien a todo el mundo
aun en contra, incluso, de sus intereses económicos, atendiendo al más
desfavorecido de todas las maneras posibles, tienen alguna desgracia,
económica, de salud de él o de algún familiar muy querido en muchos casos? ¿Por qué en todos los casos
estos, hay personas que se acuerdan de Dios y le piden cuentas?
En hoy día decir que “Dios es remunerador” es un escándalo y
lo critican porque no se tiene la información y formación al respecto. Os lo
voy a poner de una forma que lo podáis entender bien. Todos los días y a todos
momentos Dios nos está dando toques porque nos quiere para Él ya que quiere que
todos nos salvemos. Haciendo uso de nuestra libertad, que Él nos ha otorgado,
hacemos y deshacemos lo que nos place y somos nosotros los que con nuestros
actos nos ganamos el castigo eterno ¿Dios nos ha castigado? Yo pienso que no,
que hemos sido nosotros los que no hemos querido coger ni acogernos al
Decálogo(los diez Mandamientos de la ley de Dios) y nos hemos salido del camino
que nos ha marcado con muchas formas de vivir que se sale muy mucho de lo que
es una buena convivencia y empatía; además de del incumpliendo de dicho
Decálogo. Hasta aquí creo que todo bien ¿verdad?
Los Evangelios nos narran en algunos pasajes al mismo Jesús llamándoles la atención a los
apóstoles por algunas creencias que había en aquellos tiempos. San Juan en su
capítulo 9 versículos 1-3 nos dice: Al
pasar Jesús, vio a un hombre ciego de nacimiento. Y le preguntaron sus
discípulos, diciendo: Rabí, ¿quién pecó, éste o sus padres, para que haya
nacido ciego? Respondió Jesús: No es que pecó éste, ni sus padres, sino para
que las obras de Dios se manifiesten en él.
Hay veces que Dios nos manda algún mal para desviarnos del
camino que nos lleva a la perdición; a este castigo se le llama temporal.
Tenemos muchas historias de santos muy
relevantes - como San Agustín, San Ignacio de Loyola…- que llevaban una vida
disoluta y como tras el castigo de Dios se dieron cuenta del sendero que
llevaban; rectificando de tal manera que se hicieron santos y mencionando a San
Agustín fue Doctor de la Iglesia.
Dios es amor pero como nuestro Padre que es nos ha tenido que corregir en muchas
ocasiones a lo largo de todas las épocas ¿Que padre no corrige a su hijo además
de con una colleja castigándole? Algunos conoceréis la parábola del hijo
pródigo y os lo voy a poner por si alguien no tiene la Sagrada Biblia en su
casa. Lucas 15; 11-32 y dice así:
Y Jesús dijo:
Cierto hombre tenía dos hijos; y el menor de ellos le dijo al padre:
"Padre, dame la parte de la hacienda que me corresponde." Y él les
repartió sus bienes. No muchos días después, el hijo menor,
juntándolo todo, partió a un país lejano, y allí malgastó su hacienda viviendo
perdidamente. Cuando lo había gastado todo, vino una gran hambre en
aquel país, y comenzó a pasar necesidad. Entonces fue y se acercó a
uno de los ciudadanos de aquel país, y él lo mandó a sus campos a apacentar
cerdos. Y deseaba llenarse el estómago de las algarrobas que comían
los cerdos, pero nadie le daba nada. Entonces, volviendo en sí,
dijo: "¡Cuántos de los trabajadores de mi padre tienen pan de sobra, pero
yo aquí perezco de hambre! "Me levantaré e iré a mi padre, y le
diré: 'Padre, he pecado contra el cielo y ante ti; ya no soy digno
de ser llamado hijo tuyo; hazme como uno de tus trabajadores.'" Y
levantándose, fue a su padre. Y cuando todavía estaba
lejos, su padre lo vio y sintió compasión por él, y corrió, se echó sobre su
cuello y lo besó. Y el hijo le dijo: "Padre, he pecado
contra el cielo y ante ti; ya no soy digno de ser llamado hijo
tuyo." Pero el padre dijo a sus siervos: "Pronto; traed la
mejor ropa y vestidlo, y poned un anillo en su mano y sandalias en los
pies; y traed el becerro engordado, matadlo, y comamos y
regocijémonos; porque este hijo mío estaba muerto y ha vuelto a la
vida; estaba perdido y ha sido hallado." Y comenzaron a
regocijarse. Y su hijo mayor estaba en el campo, y cuando vino y se
acercó a la casa, oyó música y danzas. Y llamando a uno de los
criados, le preguntó qué era todo aquello. Y él le dijo: "Tu
hermano ha venido, y tu padre ha matado el becerro engordado porque lo ha
recibido sano y salvo." Entonces él se
enojó y no quería entrar. Salió su padre y le rogaba que
entrara. Pero respondiendo él, le dijo al padre: "Mira, por tantos años te he servido y nunca he
desobedecido ninguna orden tuya, y sin embargo, nunca me has dado un cabrito
para regocijarme con mis amigos; pero cuando vino este hijo
tuyo, que ha consumido tus bienes con rameras, mataste para él el becerro
engordado." Y él le dijo: "Hijo mío, tú siempre has estado
conmigo, y todo lo mío es tuyo. "Pero era necesario hacer
fiesta y regocijarnos, porque éste, tu hermano, estaba muerto y ha vuelto a la
vida; estaba perdido y ha sido hallado."
Fijaros que aquí no nos habla de un Dios (el padre en la
parábola representaba a Dios) castigador sino de un Dios amoroso. Lo he
resaltado con las letras rojas y también lo que es la figura del que se cree
dueño de la Iglesia- dueño de las riquezas del padre- con todos los derechos y
ni hace ni deja hacer ¡cuidado con estos hipócritas! Ya que hay muchos de estos
en las Parroquias que se creen los dueños y amos.
De siempre se nos ha dicho que Dios es remunerador pero y
también amoroso. Yo a esta parábola la título “¿hijo prodigo o Padre amoroso?”.