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días de Navidad, de alegría y de amor sin fin
Esta
tarde dando una vuelta por el centro me quedé maravillado de ver tantas luces
encendidas presagiando algo muy hermoso, estamos en la espera, estamos en
Adviento y mi mente empezó a cavilar y me preguntaba ¿Qué significado tienen
las luces de Navidad para los demás? Y me quedé mudo, con la mente colapsada,
parece mentira que en una ciudad en la que se ha descubierto litigios
cristianos de 1664 años de antigüedad haya tanta ignorancia en lo tocante a la
única y verdadera religión ¿Cómo puede ser esto? ¿Cuál su ignorancia supina?
Vivimos
en un mundo en el que no hay humanidad, no hay empatía, el amor que hay es solo
carnal, por el interés y no humano como Dios manda y cuando vemos a dos, o más
personas, que se aman de verdad decimos aquello de: “que se traerán entre manos”
no son capaces de entender y asimilar el único amor, el verdadero amor, pues
están primados por el interés personal y se olvidan de lo más importante, de
darse a los demás sin ánimo de lucro, sin recompensa alguna, solo por amor y
este amor es el que prima, no hacia los humanos, sino al mismo Jesús.
Cuantos
recuerdos nos traen estas fechas, cuanta añoranza, cuantas risas y lágrimas,
que también, y, cuantas amistades solo por ese día y los demás ¿Qué? ¿De qué
sirven tantas comilonas y jiji jaja si luego nos pasamos el año entero sin
saber nada de ellos, ni mostrarle un mínimo de amor? Dios no quiere esto, no
mandó a su único Hijo para ser felices una noche; el que así piense y haga,
está muy equivocado, no está en el camino de la rectitud. Las reuniones familiares
y de amigos está muy bien pero siempre y cuando sean por el único amor que
prima, no solo esa Noche sino todo el año.
En
esta Noche Santa, donde se cruza lo humano con lo Divino, los que tenemos más
de una silla vacía por la ausencia del misterio, debemos de pensar en esas
personas, que en vida, no paraban de sonreír y poner buen semblante dando amor
y cariño a todos los que estábamos a su alrededor y así transmitírselo a los
que están en nuestra mesa. Por favor, no pensemos que la Navidad es una fiesta
de tristeza porque nos faltan seres muy queridos, no, y aunque tengamos las
tripas revueltas por el dolor y el desánimo demos, contagiemos esa felicidad,
que nosotros un día recibimos. Solo así haremos felices, no solo a los
ausentes, a nuestro Señor Jesucristo; Sus caminos no son nuestros caminos y por
muchas vueltas que le demos nunca llegaremos a entender ciertas cosas, por algo
es Todopoderoso y nosotros, nunca, podemos ser como Él, este es el origen del
pecado.
¡Ojalá
que esta Navidad sea el comienzo de una amistad verdadera, una amistad como
Dios quiere!
Esto
solo es posible con la empatía y con el desprendimiento de nosotros mismos,
pues tenemos que tener en cuenta que no nos pertenecemos, sino que somos de
Dios y a Él tenemos la vereda ya marcada desde mucho antes de que naciéramos,
otra cosa muy distinta es que nosotros, haciendo uso de la libertad que Él nos
dio, queramos coger esa vereda; amigos, con diferencia, es la mejor opción.