CAMINOS PARA
APRENDER A SER FELICES
"Los humanos no nacemos felices ni
infelices, sino que aprendemos a ser una cosa u otra y que, en una gran parte,
depende de nuestra elección el que nos llegue la felicidad o la desgracia. No
es cierto, como muchos piensan, que la dicha pueda encontrarse como se
encuentra por la calle una moneda o que pueda tocar como una lotería, sino que
es algo que se construye, ladrillo a ladrillo, como una casa. La felicidad
nunca es completa en este mundo, pero, aun así, hay raciones más que
suficientes de alegría para llenar una vida de jugo y de entusiasmo y que una
de las claves está precisamente en no renunciar o ignorar los trozos de
felicidad que poseemos por pasarse la vida soñando o esperando la felicidad
entera. No hay recetas para la felicidad porque no hay sólo una, sino muchas
felicidades, y cada hombre o mujer debe construir la suya... No obstante, sí
hay una serie de caminos por los que se puede caminar hacia ella:
1. Valorar y reforzar las fuerzas positivas de
nuestra alma. Descubrir y disfrutar de todo lo bueno que tenemos. Sacar jugo al
gozo de que nuestras manos se muevan sin que sea preciso para este
descubrimiento las manos muertas de un paralítico.
2. Asumir después serenamente las partes
negativas de nuestra existencia. No encerramos masoquísticamente en nuestros
dolores. No magnificar las pequeñas cosas que nos faltan. No sufrir por temores
o sueños de posibles desgracias que probablemente nunca nos llegarán.
3. Vivir abiertos hacia el prójimo. Pensar que
es preferible que nos engañen cuatro o cinco veces en la vida que pasamos la
vida desconfiando de los demás. Tratar de comprenderles y de aceptarles tal y
como son, distintos a nosotros. Pero buscar también en todos más lo que nos une
que lo que nos separa. Ceder siempre que no se trate de valores esenciales con
nuestro egoísmo.
4. Tener un gran ideal, algo que centre
nuestra existencia y hacia lo que dirigir lo mejor de nuestras energías. Caminar
hacia él incesantemente, aunque sea con algunos retrocesos. Aspirar siempre a
más, pero no a demasiado más. Dar cada día un paso. No confiar en los golpes de
la fortuna.
5. Creer descaradamente en el bien. Tener
confianza en que a la larga -y a veces muy a la larga- terminará siempre por
imponerse. No angustiarse si otros avanzan aparentemente más deprisa por
caminos torcidos. Creer en la también lenta eficacia del amor. Saber esperar.
6. En el amor, preocuparse más por amar que
por ser amados. Estar siempre dispuestos a revisar nuestras propias ideas, pero
no cambiar fácilmente de ellas.
7. Elegir, si se puede, un trabajo que nos
guste. Y, si esto es imposible, tratar de amar el trabajo que tenemos,
encontrando en él sus aspectos positivos.
8. Revisar constantemente nuestra escala de
valores. Cuidar de que el dinero no se apodere de nuestro corazón, pues es un
ídolo difícil de arrancar de él cuando nos ha hecho sus esclavos.
9. Descubrir que Dios es alegre, que una
religiosidad que atenaza o estrecha el alma no puede ser la verdadera, porque
Dios o es el Dios de la vida o es un ídolo.
10. Procura sonreír con ganas o sin ellas.
Estar seguros de que el hombre es capaz de superar muchos dolores, muchos más
de lo que él mismo sospecha.”
+ P. José Luis Martín Descalzo
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