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domingo, 23 de febrero de 2014

Navidad, Fiesta sin precedentes

NAVIDAD, FIESTA SIN PRECEDENTES

Desde estas líneas me solidarizo con todas aquellas personas que en estas Navidades no van a tener ni siquiera un techo donde acobijarse; también con aquellas otras que teniéndolo no tienen ni para calentarse en estos días de tanto frío, pero de un calor fraternal incomparable. Me solidarizo con aquellas otras que le faltan algún ser muy querido y les digo que hay que demostrar ser feliz para hacer felices a los demás. Ni Dios ni nuestros seres queridos que están con Él, quieren vernos con caras tristes y amargando la existencia a los demás, tenemos que ser fuertes y acordarnos de que cuando a ellos le faltaron, nos daban calor y nos contagiaban con su alegría en una noche sin precedentes (pues cada Nochebuena es distinta), noche que tenemos la obligación- todo cristiano que así se hace llamar- de llevarla todas las noches del año para y con todos nuestros semejantes. No puede ser que en esta Noche estemos todos tan contentos y al día siguiente  estemos con envidias, orgullo, prepotencia, infidelidad… esto no puede ser, no es de ser persona y mucho menos cristiano. Todos nos tenemos que amar y querer como lo que somos, hermanos en Cristo Jesús.
Nuestros tiempos no son ni peores ni mejores que los de nuestros antepasados, son los tiempos que nos ha tocado vivir y por ello tenemos que darle gracias a Dios y no olvidarnos nunca de lo que nuestros padres nos enseñaron y así transmitir  a los demás, no callarnos ante tanta barbarie como oímos y como estamos viendo; decimos aquello de: “esta generación no es como la nuestra” y yo me pregunto, entonces ¿Por qué son así? Tan solo han pasado una- a lo sumo dos- generación, la culpa no es toda de ellos; no hemos sabido anunciarle todo lo que nuestros padres nos hicieron ver con su ejemplo de vida, vida en la que por encima de todo estaban los valores humanos y el pacto entre caballeros; no hacía falta papeles firmados ni nada por el estilo, solo con darse las manos era suficiente y ay de aquel que no cumpliera lo pactado. Vivimos una época en la que prima más la vida sin Dios que con Él, el ser cristiano nos compromete a llevar una vida ejemplar renunciando a muchos de los placeres mundanos y esto no es muy llamativo para ellos que digamos; es más fácil dejarse llevar por el impulso de los demás que decir ¡NO!, solamente quieren saber de derechos y las obligaciones para ellos no existen en su diccionario. Hay vecinos que no se conocen, personas que no quieren saber nada de los demás, y más, si esto les comprometen en algo, solo vale el ser “primero yo, luego yo y si sobra algo para mi” Muchos de estos humanos no han recibido esta forma de vida, entonces yo me pregunto ¿Qué ha pasado? ¿Quién o qué ha fallado? ¿Por qué vemos la paja en el ojo ajeno y no la viga en el nuestro? No le demos más vueltas, nadie y todos somos culpables; nos gusta ir a la última moda y seguir las tendencias novedosas y esto es lo que verdaderamente nos ha llevado al caos en el que vivimos, porque entre otras, la novedad es  no tener ninguna creencia, sólo la del bolsillo y la diversión y tener derecho a todo.

Estas fiestas van a ser muy especiales para muchas personas; decimos aquello de: “la Navidad es siempre igual” pero ¿de verdad son todas iguales? Desde el año anterior ¿no ha sucedido algo diferente a las otras? Nuestros corazones ¿saben llenarse de amor y entendimiento? Si solamente nos fijamos en los que este año no están con nosotros, sin hacer nada para que nuestro interior reconozca que la Navidad es AMOR y ALEGRÍA, somos los más mezquinos de la tierra. Un cristiano nunca puede estar triste, la alegría es nuestra insignia, las obras de caridad nuestra preocupación y la fe y la esperanza nuestra meta, todo esto amasado con el amor a Cristo, hace un escudo que no hay ni sobre la tierra ni en las noches oscuras quien lo pueda traspasar. Que estas Navidades estén llenas, para todo el mundo de: alegría, paz, amor y caridad, sin olvidarnos de nuestros hermanos que lo están pasando verdaderamente mal.  

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