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lunes, 22 de febrero de 2021

π Amigos empáticos del mundo


 

Amigos empáticos del mundo

 

Las comidas de empresa la tenemos relacionada con la cercanía de la Navidad por ser en  el mes de diciembre, por lo general, y, es algo que está muy en auge, en hoy día, teniendo que aguantar, por un buen rato, a jefes y compañeros, que por un tema u otro no lo tragas. Pero yo  me pregunto ¿Por qué vamos si no estamos a gusto? Por otro lado pienso que tendríamos que estar satisfechos pues no todo el mundo se puede dar ese lujo de estar en ese tipo de comidas ya que no tienen ni trabajo; entonces por qué  no aceptarlo con esa humildad sabiendo perdonar y aceptando al compañero o jefe como lo que son, personas sin más. Pienso que es lo que hacen muchas personas porque al final de lo que se trata es de pasar un rato a gusto y darnos a conocer más de los conceptos que tenemos uno del otro; pienso que tenemos que utilizar mucho más la empatía, y no solo con los compañeros de trabajo, con todas las personas que nos rodean pues muchas veces pasa que es por desconocer a los demás y nos montamos unas paranoias en nuestro cerebro que va mucho más allá de lo que en realidad es.

La empatía esa gran desconocida por muchos que conocen y quieren saber de sus derechos pero esos mismos piden que se pongan en su lugar ¿Cómo pueden pedir esto si ellos no lo practican? Porque en su diccionario solo existe la palabra “derecho” y la de obligación o empatía la tiene medio borrosa, que la ven pero, a su vez, no la quieren ver.

Los que tenemos un puesto de trabajo no sabemos lo que tenemos, el tesoro tan grande que nos acompaña y muchos desconocen o no quieren saber de esas personas que tienen que hacer miles de kilómetros, y algunos en pésimas condiciones, aun arriesgando sus vidas en unos barcos que parecen nueces en medio del mar, para poder llevar un trozo de pan a su hogar. Se me pone la piel de gallina de pensar que en estas circunstancias halla personas que, sin escrúpulos algunos, se enriquezcan a consta de la vida de los demás. Como también que tenga que haber fronteras para alguien que viene buscando su bienestar. También puedo pensar que les dejen a ellos sus recursos naturales de: oro, diamantes, petróleo, madera… ya que están en su tierra y les corresponde ¿Por qué tienen que ser los dueños de sus riquezas gente que son de otros lugares, de otras tierras lejanas? Son los mismos que en antaño cogían a estas personas y las vendían como esclavos. Esto tenemos a nuestro alrededor y nos quejamos  ¡que injustos somos! Y encima los miramos por encima del hombro como diciendo “este es de una etnia diferente a la nuestra, de más bajo nivel”. Ellos solos se están clasificando, se están excluyendo de la raza humana pues no puede haber animal más salvaje que aquel que menosprecia a sus congéneres a los de su mismo ADN ya que detrás del color de piel la sangre, también, es roja.

Si a todo esto le añadimos las necesidades que padecen muchas personas de nuestro alrededor que no les llega ni para terminar de cubrir sus necesidades más básicas, nos encontramos con que estamos en un mundo lleno de hipocresía y de mentira en el que nos gusta ir de lástima y quejarnos por todo, no sabiendo estas personas que son la alegría de los que no le quieren bien, pues se alegran de sus males. Está más que comprobado que los que más necesitan son los que menos piden, porque les dan vergüenza y esto tampoco es así; todos tenemos la obligación de cuando veamos un caso de estos no callarnos y ayudarles de la forma más conveniente como puede ser con Cáritas o la misma Iglesia, aunque no sean creyentes; también le podemos ayudar nosotros mismos y no solo dándole de comer, también ayudarles a buscar un puesto de trabajo.

¿Tenemos todo esto a nuestro lado y vamos a dejar de ir a la comida de empresa por alguna discrepancia? Yo no lo entiendo, y sí, tenemos que dar gracias a Dios por todo lo que tenemos y también, por qué no decirlo, por nuestra familia, amigos, compañeros de trabajo o de alguna ONG en las que estemos y vecinos.

 ¡Por favor! Mirémonos a los ojos cuando hablemos con alguien y tratemos a los demás como nos gustaría que nos traten. Este es el gran milagro, la empatía, esa palabra rara para algunos pero que levanta todo tipo de murallas, creencias y egos.