NAVIDAD, FIESTA SIN PRECEDENTES
Desde estas líneas me
solidarizo con todas aquellas personas que en estas Navidades no van a tener ni
siquiera un techo donde acobijarse; también con aquellas otras que teniéndolo
no tienen ni para calentarse en estos días de tanto frío, pero de un calor
fraternal incomparable. Me solidarizo con aquellas otras que le faltan algún
ser muy querido y les digo que hay que demostrar ser feliz para hacer felices a
los demás. Ni Dios ni nuestros seres queridos que están con Él, quieren vernos
con caras tristes y amargando la existencia a los demás, tenemos que ser
fuertes y acordarnos de que cuando a ellos le faltaron, nos daban calor y nos
contagiaban con su alegría en una noche sin precedentes (pues cada Nochebuena
es distinta), noche que tenemos la obligación- todo cristiano que así se hace
llamar- de llevarla todas las noches del año para y con todos nuestros
semejantes. No puede ser que en esta Noche estemos todos tan contentos y al día
siguiente estemos con envidias, orgullo,
prepotencia, infidelidad… esto no puede ser, no es de ser persona y mucho menos
cristiano. Todos nos tenemos que amar y querer como lo que somos, hermanos en
Cristo Jesús.
Nuestros tiempos no son
ni peores ni mejores que los de nuestros antepasados, son los tiempos que nos
ha tocado vivir y por ello tenemos que darle gracias a Dios y no olvidarnos
nunca de lo que nuestros padres nos enseñaron y así transmitir a los demás, no callarnos ante tanta barbarie
como oímos y como estamos viendo; decimos aquello de: “esta generación no es
como la nuestra” y yo me pregunto, entonces ¿Por qué son así? Tan solo han
pasado una- a lo sumo dos- generación, la culpa no es toda de ellos; no hemos
sabido anunciarle todo lo que nuestros padres nos hicieron ver con su ejemplo
de vida, vida en la que por encima de todo estaban los valores humanos y el
pacto entre caballeros; no hacía falta papeles firmados ni nada por el estilo,
solo con darse las manos era suficiente y ay de aquel que no cumpliera lo
pactado. Vivimos una época en la que prima más la vida sin Dios que con Él, el ser
cristiano nos compromete a llevar una vida ejemplar renunciando a muchos de los
placeres mundanos y esto no es muy llamativo para ellos que digamos; es más
fácil dejarse llevar por el impulso de los demás que decir ¡NO!, solamente
quieren saber de derechos y las obligaciones para ellos no existen en su
diccionario. Hay vecinos que no se conocen, personas que no quieren saber nada
de los demás, y más, si esto les comprometen en algo, solo vale el ser “primero
yo, luego yo y si sobra algo para mi” Muchos de estos humanos no han recibido
esta forma de vida, entonces yo me pregunto ¿Qué ha pasado? ¿Quién o qué ha
fallado? ¿Por qué vemos la paja en el ojo ajeno y no la viga en el nuestro? No
le demos más vueltas, nadie y todos somos culpables; nos gusta ir a la última
moda y seguir las tendencias novedosas y esto es lo que verdaderamente nos ha
llevado al caos en el que vivimos, porque entre otras, la novedad es no tener ninguna creencia, sólo la del
bolsillo y la diversión y tener derecho a todo.
Estas fiestas van a ser
muy especiales para muchas personas; decimos aquello de: “la Navidad es siempre
igual” pero ¿de verdad son todas iguales? Desde el año anterior ¿no ha sucedido
algo diferente a las otras? Nuestros corazones ¿saben llenarse de amor y
entendimiento? Si solamente nos fijamos en los que este año no están con
nosotros, sin hacer nada para que nuestro interior reconozca que la Navidad es
AMOR y ALEGRÍA, somos los más mezquinos de la tierra. Un cristiano nunca puede
estar triste, la alegría es nuestra insignia, las obras de caridad nuestra
preocupación y la fe y la esperanza nuestra meta, todo esto amasado con el amor
a Cristo, hace un escudo que no hay ni sobre la tierra ni en las noches oscuras
quien lo pueda traspasar. Que estas Navidades estén llenas, para todo el mundo
de: alegría, paz, amor y caridad, sin olvidarnos de nuestros hermanos que lo
están pasando verdaderamente mal.