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domingo, 23 de febrero de 2014

Navidad, Fiesta sin precedentes

NAVIDAD, FIESTA SIN PRECEDENTES

Desde estas líneas me solidarizo con todas aquellas personas que en estas Navidades no van a tener ni siquiera un techo donde acobijarse; también con aquellas otras que teniéndolo no tienen ni para calentarse en estos días de tanto frío, pero de un calor fraternal incomparable. Me solidarizo con aquellas otras que le faltan algún ser muy querido y les digo que hay que demostrar ser feliz para hacer felices a los demás. Ni Dios ni nuestros seres queridos que están con Él, quieren vernos con caras tristes y amargando la existencia a los demás, tenemos que ser fuertes y acordarnos de que cuando a ellos le faltaron, nos daban calor y nos contagiaban con su alegría en una noche sin precedentes (pues cada Nochebuena es distinta), noche que tenemos la obligación- todo cristiano que así se hace llamar- de llevarla todas las noches del año para y con todos nuestros semejantes. No puede ser que en esta Noche estemos todos tan contentos y al día siguiente  estemos con envidias, orgullo, prepotencia, infidelidad… esto no puede ser, no es de ser persona y mucho menos cristiano. Todos nos tenemos que amar y querer como lo que somos, hermanos en Cristo Jesús.
Nuestros tiempos no son ni peores ni mejores que los de nuestros antepasados, son los tiempos que nos ha tocado vivir y por ello tenemos que darle gracias a Dios y no olvidarnos nunca de lo que nuestros padres nos enseñaron y así transmitir  a los demás, no callarnos ante tanta barbarie como oímos y como estamos viendo; decimos aquello de: “esta generación no es como la nuestra” y yo me pregunto, entonces ¿Por qué son así? Tan solo han pasado una- a lo sumo dos- generación, la culpa no es toda de ellos; no hemos sabido anunciarle todo lo que nuestros padres nos hicieron ver con su ejemplo de vida, vida en la que por encima de todo estaban los valores humanos y el pacto entre caballeros; no hacía falta papeles firmados ni nada por el estilo, solo con darse las manos era suficiente y ay de aquel que no cumpliera lo pactado. Vivimos una época en la que prima más la vida sin Dios que con Él, el ser cristiano nos compromete a llevar una vida ejemplar renunciando a muchos de los placeres mundanos y esto no es muy llamativo para ellos que digamos; es más fácil dejarse llevar por el impulso de los demás que decir ¡NO!, solamente quieren saber de derechos y las obligaciones para ellos no existen en su diccionario. Hay vecinos que no se conocen, personas que no quieren saber nada de los demás, y más, si esto les comprometen en algo, solo vale el ser “primero yo, luego yo y si sobra algo para mi” Muchos de estos humanos no han recibido esta forma de vida, entonces yo me pregunto ¿Qué ha pasado? ¿Quién o qué ha fallado? ¿Por qué vemos la paja en el ojo ajeno y no la viga en el nuestro? No le demos más vueltas, nadie y todos somos culpables; nos gusta ir a la última moda y seguir las tendencias novedosas y esto es lo que verdaderamente nos ha llevado al caos en el que vivimos, porque entre otras, la novedad es  no tener ninguna creencia, sólo la del bolsillo y la diversión y tener derecho a todo.

Estas fiestas van a ser muy especiales para muchas personas; decimos aquello de: “la Navidad es siempre igual” pero ¿de verdad son todas iguales? Desde el año anterior ¿no ha sucedido algo diferente a las otras? Nuestros corazones ¿saben llenarse de amor y entendimiento? Si solamente nos fijamos en los que este año no están con nosotros, sin hacer nada para que nuestro interior reconozca que la Navidad es AMOR y ALEGRÍA, somos los más mezquinos de la tierra. Un cristiano nunca puede estar triste, la alegría es nuestra insignia, las obras de caridad nuestra preocupación y la fe y la esperanza nuestra meta, todo esto amasado con el amor a Cristo, hace un escudo que no hay ni sobre la tierra ni en las noches oscuras quien lo pueda traspasar. Que estas Navidades estén llenas, para todo el mundo de: alegría, paz, amor y caridad, sin olvidarnos de nuestros hermanos que lo están pasando verdaderamente mal.  

Diez caminos para ser felices

CAMINOS PARA APRENDER A SER FELICES
"Los humanos no nacemos felices ni infelices, sino que aprendemos a ser una cosa u otra y que, en una gran parte, depende de nuestra elección el que nos llegue la felicidad o la desgracia. No es cierto, como muchos piensan, que la dicha pueda encontrarse como se encuentra por la calle una moneda o que pueda tocar como una lotería, sino que es algo que se construye, ladrillo a ladrillo, como una casa. La felicidad nunca es completa en este mundo, pero, aun así, hay raciones más que suficientes de alegría para llenar una vida de jugo y de entusiasmo y que una de las claves está precisamente en no renunciar o ignorar los trozos de felicidad que poseemos por pasarse la vida soñando o esperando la felicidad entera. No hay recetas para la felicidad porque no hay sólo una, sino muchas felicidades, y cada hombre o mujer debe construir la suya... No obstante, sí hay una serie de caminos por los que se puede caminar hacia ella:
1. Valorar y reforzar las fuerzas positivas de nuestra alma. Descubrir y disfrutar de todo lo bueno que tenemos. Sacar jugo al gozo de que nuestras manos se muevan sin que sea preciso para este descubrimiento las manos muertas de un paralítico.
2. Asumir después serenamente las partes negativas de nuestra existencia. No encerramos masoquísticamente en nuestros dolores. No magnificar las pequeñas cosas que nos faltan. No sufrir por temores o sueños de posibles desgracias que probablemente nunca nos llegarán.
3. Vivir abiertos hacia el prójimo. Pensar que es preferible que nos engañen cuatro o cinco veces en la vida que pasamos la vida desconfiando de los demás. Tratar de comprenderles y de aceptarles tal y como son, distintos a nosotros. Pero buscar también en todos más lo que nos une que lo que nos separa. Ceder siempre que no se trate de valores esenciales con nuestro egoísmo.
4. Tener un gran ideal, algo que centre nuestra existencia y hacia lo que dirigir lo mejor de nuestras energías. Caminar hacia él incesantemente, aunque sea con algunos retrocesos. Aspirar siempre a más, pero no a demasiado más. Dar cada día un paso. No confiar en los golpes de la fortuna.
5. Creer descaradamente en el bien. Tener confianza en que a la larga -y a veces muy a la larga- terminará siempre por imponerse. No angustiarse si otros avanzan aparentemente más deprisa por caminos torcidos. Creer en la también lenta eficacia del amor. Saber esperar.
6. En el amor, preocuparse más por amar que por ser amados. Estar siempre dispuestos a revisar nuestras propias ideas, pero no cambiar fácilmente de ellas.
7. Elegir, si se puede, un trabajo que nos guste. Y, si esto es imposible, tratar de amar el trabajo que tenemos, encontrando en él sus aspectos positivos.
8. Revisar constantemente nuestra escala de valores. Cuidar de que el dinero no se apodere de nuestro corazón, pues es un ídolo difícil de arrancar de él cuando nos ha hecho sus esclavos.
9. Descubrir que Dios es alegre, que una religiosidad que atenaza o estrecha el alma no puede ser la verdadera, porque Dios o es el Dios de la vida o es un ídolo.
10. Procura sonreír con ganas o sin ellas. Estar seguros de que el hombre es capaz de superar muchos dolores, muchos más de lo que él mismo sospecha.”



                                             + P. José Luis Martín Descalzo

Dignidad humana

Dignidad humana


La totalidad de la humanidad pide respeto, esto es todo un derecho para todos, pero hay algunos que lo hacen con más ahínco y lo tienen como buque insignia. Son de los que, y a la primera de cambio, están llevando a los juzgados cualquier ofensa por pequeña que sea. Pues bien en estos días se han cometido muchas ofensas, no solo a la Iglesia Católica, sino y también a personas, físicamente hablando, en las JMJ. Se podía ver pancartas ofensivas  con el anagrama de izquierda unida, yo todavía no he oído pedir perdón al señor Lara. Estamos con la famosa ley del embudo, que tanto ellos han criticado toda su vida. Y yo ahora me pregunto ¿y ahora qué?, a mí se me cae la cara de vergüenza de la imagen que hemos dado al mundo entero. SEÑOR LARA, SI LE QUEDA LA MÁS MÍNIMA VERGÜENZA Y DIGNIDAD, COMO PERSONA Y COMO ESPAÑOL, YO LE PIDO QUE PÚBLICAMENTE PIDA PERDÓN, PRIMERO A LA IGLESIA CATÓLICA, SEGUIDO DE S.S. EL PAPA BENEDICTO XVI Y TERMINANDO CON LA CANTIDAD DE JÓVENES QUE HABÉIS MASACRADO CON VUESTRAS LAMENTABLES ACTITUDES.¡ Hasta incluso pegarle a un niño de 14 años!. Y al señor Zapatero también le pido responsabilidades. ¿Hay que ser gay para tener todos los derechos y respetos? ¿Hay que ser de izquierdas para ser los más importantes? Pues yo le digo que no, pues todos tenemos los mismos derechos y obligaciones y somos igual de importantes. Que sus derechos terminan donde empiezan los míos. 

Amor hacia nuestros padres

AMOR HACIA NUESTROS PADRES.

No hacemos caso de la educación recibida de nuestros padres, y así nos va, luego le echamos la culpa de los problemas de la juventud, a otros o incluso a ellos mismos, o sea a la nueva generación, cuando toda la culpa no la tienen ellos.
En la generación anterior, hablemos de los años 60 y 70 no me voy más atrás, había un respeto y una forma de vivir muy distinta a la que tenemos en hoy día. Antes, por ejemplo, los abuelos cabían en las casas, en hoy día, y a las primeras de cambio, nos deshacemos de ellos llevándolos al Asilo, geriátrico o residencia adaptada para estos. Recuerdo que mi madre, sobre todo en invierno, dado que había más tiempo para estar en casa, me contaba muchas historias que a ella le habían contado sus antepasados, y en mi mente tengo casi todas, pero ahora voy a contar dos que vienen al caso. Me decía, mira hijo, no hagas a los demás lo que a ti no te gustaría que te hiciesen, y al calor del brasero de picón, empezó a contarme que iban un padre, ya metido en años, y su hijo, camino del sendero, hacia la ciudad y que cansados se sentaron en una roca. El padre, con lágrimas en los ojos, le dice: hay que ver lo que es la vida, en esta misma piedra nos sentamos tu abuelo y yo cuando lo llevaba al asilo. Pero la que más me impacto fue la siguiente: le dice el padre al hijo, anta Javi ves y tráete la manta que hay en el corral para llevar al abuelo al asilo, para que no le dé frío. Al cabo del rato llega Javi con la manta y se la da a su padre; este asombrado le dice: hijo, aquí hay media manta ¿Dónde está la otra mitad? Y Javi le responde, (lleno de tristeza, incomprensión e impotencia): la otra parte la he guardado para cuando tú estés metido en años, como el abuelo, llevarte yo al asilo.
Y por si fuera poco, se han inventado esto de “la muerte digna”. Se trata a las personas, yo diría, peor que a los animales, pues a un perro con años les da lástima matarlo, dándole las máximas de vueltas para ejecutarlo. ¡Pero bueno!, ¿qué está pasando?; los ajetreos de la vida ¿pueden llegar hasta tal punto? ¿Nos estamos deshumanizando? ¿No tenemos temor de Dios? O es que nos acomodamos en el sillón de los derechos, dejando a un lado las obligaciones y el respeto hacia nuestros mayores. ¿Puede la comodidad hacernos peor que los animales? Eso que se dice: “es que en mi casa no hay sitio, sólo tengo una cama para cada uno de mis dos hijos y la nuestra de matrimonio”. Yo a estas personas le digo que en queriendo todo es posible, pero claro, hay que querer. Hasta el abuelo, matrimonio y dos hijos, cabían en una cama de matrimonio y ahora con tres camas, no hay sitio para el que está chocheando, para el que dio su vida por sus hijos ¡qué pena! Pero luego algunos (que no todos) acallarán sus conciencias, yendo a por ellos para la cena de Navidad. ¡Qué falsos e hipócritas somos! ¿Qué pasa, es que el resto del año no se nos remueve la conciencia? ¿Sabemos bien lo que es Navidad? Navidad no es solo comer pavo, polvorones y hacer regalos, es algo más; Navidad es Amor, es saber que el Niño Dios ha venido al mundo para redimirnos de nuestro pecado, para abrirnos la puerta del Cielo y para recordarnos que como ese día deben de ser todos sin excepción, los 365 días del año. Porque como dijo san Agustín: “Ama y haz lo que quieras” porque el que ama no puede hacer daño a nadie. No sabéis muy bien el daño tan tremendo que le hacéis a vuestros padres con alejarlos del calor del hogar; por muy bien atendidos que estén (y que de hecho lo están), por muchas visitas que le hagáis; aunque ellos os digan que están bien “NO SON FELICES”, les falta la medicina más importante, la del calor del hogar, el calor de los suyos. Porque no olvidéis que para ellos lo más importante sois “VOSOTROS”, sus hijos e hijas y nietos.
Hay un porcentaje mínimo de abuelillos, que por su incapacidad, es casi imposible atenderles en su hogar, por la atención médica que deben de tener. Aun así voy a exponer una frase del Eclesiástico que dice: ¡Hijo, cuida de tu padre en su vejez y aunque haya perdido la cabeza, sé indulgente, no le desprecies en la plenitud de tu vigor!

Al calor del hogar

                                        AL  CALOR  DEL  HOGAR
                                     
En un lugar, no muy lejano, estaba una familia, sentada, al confort de la hoguera, en el salón de su casa. Era un otoño muy duro en puertas de entrar el invierno. La familia estaba formada por: La abuela, los padres y dos hermanos- Pedrito y Sara-. Pedrito estaba en edad de prepararse para su primera Comunión y asistía a catequesis. Tenía siete años, y había oído hablar en esta sobre el Adviento, pero no lo tenía muy claro. Rompiendo el hielo, le pregunta a la abuela: Abuela ¿qué es el Adviento? La abuela que era una mujer Católica y puesta en todo esto de los tiempos Litúrgicos le contestó y dijo: Pedrito, Adviento quiere decir que Alguien viene y ¿quién crees que viene? Pedrito le contestó: pues el niño Jesús. La abuela le dice, efectivamente, Cristo viene y durante cuatro domingos antes de Navidad, nos preparamos para recibirlo en nuestros corazones. Jesús llama en las puertas de nuestras almas y nosotros le tenemos que recibir con toda la alegría de nuestro ser y abrirle las puertas de par en par y decirle: Ven, Entra, Jesús de mí vida y mora en mi corazón para siempre, pues sólo quiero ser Tuyo. Y ¿cómo se hace eso?- le pregunta Pedrito- ¿cómo se abren las puertas del corazón? Esta le contesta: pues muy fácil, rezando y haciendo el bien por los demás. No sólo vale darse golpes de pecho, hay que actuar, ayudando a los más necesitados y hay que cumplir los diez Mandamientos y que estos se cierran en dos: amarás a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a ti mismo. Abuelita ¿quién es el prójimo? Son todos los hombres y mujeres, niños y niñas, en definitiva, todos nuestros hermanos, pues todos tenemos a un mismo Padre que es Dios nuestro Señor.
Sara, que tenía cinco años, le dice a la abuela: abuelita hoy he oído que una niña de sexto curso se ha quedado embarazada y que sus padres están decididos a que aborte ¿cómo puede ser esto? Esos papás van a matar a un bebé. Y llorando se echó sobre el delantal de su abuela. Esta, consolándola y acariciando su cabello le dijo: Hija mía, vivimos en un mundo muy loco y no hay temor de Dios.  Esos papás tenían que haber educado a su hija como tus papás te están educando a ti y a tu hermano, porque existen los derechos pero también las obligaciones y estos dos tienen que ir ligados. Tan malo es todo derechos como todas obligaciones. Habría que ver como se ha criado esa niña, y Pedrito, saltó como una centella, y dijo: pues he oído también que sus padres están divorciados y todos callados se miraron a los ojos y con los semblantes entristecidos. La abuela, abriendo la palabra de nuevo dijo: veis esa pobre niña está hambrienta de amor y de orden en la familia y ahora cuando ya no tiene solución, en una voz, saltan los padres y dicen que tiene que abortar. ¡Dios mío a donde vamos a llegar! Toda edad tiene sus formas de vida y ahora vosotros- dirigiéndose a los niños- tenéis que vivir vuestra edad y que es muy bonita, ya tendréis tiempo de ser adultos y vivir como adultos. Ahora tenéis vuestras ilusiones y vuestros sueños llenos de fantasía, seguir así ¡ah! Estamos en puertas de llegar a la Navidad y después los Reyes Magos.
Sara y Pedrito, cambiando de semblante, se miraron a los ojos, los dos los tenían llenos de felicidad y les brillaban cómo dos estrellas a cada uno. A Pedrito, poco a poco, le fue cambiando su cara y sus padres les pregunta: Pedrito ¿te estás entristeciendo?, este les dice: sí, porque me ha dicho un compañero de clase que los Reyes no existen, que es una invención. Su mamá, con toda la dulzura del mundo, le dice: Pedrito, tenéis que vivir vuestra inocencia y niñez. En cuando a ese compañero tuyo, no le hagas caso, los Reyes Magos existen y la noche del cinco al seis de Enero se convierte, por la Gracia de Dios, en una noche mágica y todos los niños, cuyos padres son Católicos, del mundo reciben sus juguetes, unos más y otros menos pero todos los reciben. Por cierto ¿habéis escrito la carta a los Magos de Oriente? Pedrito y Sara se volvieron a mirar a los ojos y salieron corriendo a coger un papel y un bolígrafo y llenos de amor en vez de pedir para ellos, pidieron para sus papás, abuelita y... La niña embarazada. Pidiéndole a los Reyes que esta no abortara y un sonajero para el bebé.


¿Que pasa con el Papa, el buey y la mula?

¿QUÉ PASA CON EL PAPA, EL BUEY Y LA MULA?

Ana Belén, un niña de nueve años, estaba preparando su portal de Belén, tan entusiasmada que gozaba de alegría por los cuatro costados y fue que al poner la mula y el buey, su hermano, mayor que ella, empezó a reírse y le decía: bah que tonta ¿porqué pones el buey y la mula? ¿No has oído lo que ha dicho el Papa? “el buey y la mula no estaban en el Portal”; Belén (que así la llamaban en casa), llena de desilusión, le empezó a decir que era un embustero, que quería hacerle rabiar y que eso no lo dijo el Papa. El hermano, mofándose de ella, le decía: que no, pues mira lo que dice la tele; cuando Ana Belén oyó y vio lo que decía, que era  lo que su hermano le comentaba, se puso muy triste y se le saltaron unas lágrimas. Pasó toda la noche sin poder dormir y se decía: ¿Cómo puede ser que el Papa haya dicho esto? Siempre se han puesto los dos animales, como ahora dice que no fue así; ¿Quién le dio calor al Niño Jesús? Y desconsolada, no paraba de llorar y de no entender aquella situación. Belén estaba destrozada, hecha añicos, incluso llegó a pensar que toda su vida habían vivido en un puro engaño. Su mamá al oírle suspirar, se acerco a su cama y le preguntó: hija mía ¿Qué te pasa? Ella, en un puro suspiro, le contó lo que le había sucedido y decía: “mamá, no puede ser que el Niño Jesús no tuviera al buey y la mula”, ¡con el frio que hace en diciembre!; y su madre, con una mirada tierna, y, sin saber que decirle, para consolarla le dijo: Belén, mañana tienes catequesis ¿verdad?, si mami, mañana es jueves; y su madre le dijo: pues mira yo no sé contestarte, pero seguro que tu catequista te da la solución, así es que duérmete y mañana ya verás cómo te explican todo esto; sí mamá, así lo voy a hacer. Y Ana Belén se quedó profundamente dormida, pero como estaría, que hasta soñó con un Belén sin mula ni buey. Llegó la hora de levantarse y sonó el despertador, la niña se encontraba fatigada, pues no pudo dormir en condiciones y un poco cansadilla se fue al cole. Deseaba ardientemente, que llegara la hora de la catequesis para que su catequista le hablara sobre el tema.
Por fin llega la hora y su mamá la arregla para ir a la catequesis, ella estaba en ascuas vivas hasta encontrarse con la persona que le despejara sus dudas y su incomprensión; ya en el aula, con sus compañeros, comenzaron a hablar sobre el adviento; y el catequista les pregunta ¿Qué es el Adviento? Cada uno daba su versión, Belén levantó la mano y cuando le fue posible dijo: Adviento quiere decir que alguien viene y ese alguien es Jesús, pero (fijándose en el catequista) ¿es verdad que el Papa ha dicho que en el Belén no había ni buey ni mula? El catequista, mirándola con mucha dulzura, llamó a la atención de todos los demás y les comenta: vosotros que decís a la pregunta de Belén, todos sorprendidos por la pregunta de la niña, no sabían que contestar, y, los treinta ojos fijos (con cierta ignorancia) en el catequista, esperaban una respuesta. Este le pregunta a la niña ¿tú qué crees?; Que no es verdad, pero entonces ¿Por qué lo dice la tele?; Veréis, el Papa nunca ha dicho que no hubiera mula ni buey – el semblante de Ana Belén cambió y sus ojos brillaban como las estrellas-, lo que dijo es que los Evangelistas no comentan este detalle en sus evangelios, y esto es verdad: San Mateo, San Marcos- que no menciona nada sobre la Encarnación-, San Lucas, que es el que más detalles da sobre el nacimiento de Jesús- y San Juan, que empieza: al principio era el Verbo, y el Verbo estaba en Dios y el Verbo era Dios… pero ¿sabéis de que viene lo del buey y la mula?, todos los niños se miraban unos a otros llenos de incógnitas; Veréis, fue ochocientos años antes de que naciera Jesús, que había un profeta que se llamaba Isaías y dijo lo siguiente: “El buey conoce a su amo, y la mula el pesebre de su dueño; Israel no me conoce, mi pueblo no comprende” (Isaías 1, 3).
También Habacuc, otro profeta (seiscientos años antes del Nacimiento de Cristo), dijo: ¡En medio de dos seres vivientes… serás conocido; cuando haya llegado el tiempo aparecerás!, (versión griega de Habacuc 3, 2). Con los dos seres vivientes se da a entender claramente a los dos querubines sobre la cubierta del Arca de la Alianza que, según el Éxodo, indican y esconden a la vez la misteriosa presencia de Dios. Así, el pesebre sería de algún modo el Arca de la Alianza en la que Dios, misteriosamente custodiado, está entre los hombres, y ante la cual ha llegado la hora del conocimiento de Dios para ‘el buey y la mula’, para la humanidad compuesta por judíos y gentiles.
“En la singular conexión entre Isaías, Habacuc, Éxodo y el pesebre, aparecen por tanto los dos animales como la representación de la humanidad, de por sí desprovista de entendimiento, pero que ante el Niño, ante la humilde aparición de Dios en el establo, llega al conocimiento y, en la pobreza de este nacimiento, recibe la epifanía, que ahora enseña a todos a ver. La iconografía cristiana ha captado ya muy pronto este motivo”. ¡Ninguna representación del nacimiento renunciará al buey y a la mula!
Ana Belén se quedó como en las nubes y con los ojos llenos de alegría le dice al catequista: ¡gracias, lo he entendido muy bien!
Cuando su mamá fue a recogerla se quedó perpleja y dándole un beso le dijo: “todo muy bien, ¿verdad hija?”, sí mami, todo aclarado; y se lo fue explicando todo, con pelos y señales, por el camino. Cuando llegó a casa puso el buey y la mula en un lugar del Portal donde se veía a la perfección y le explicó a su hermano lo que de cierto pasaba entre el Papa, el buey y la mula. Este no haciéndole mucho caso la ignoró, pero Belén era la niña más feliz del mundo; como seria que aquella noche, en sus sueños, volvieron el buey y la mula. Belén aprendió que las cosas no hay que tomárselas a la ligera y que antes de criticar hay que preguntar; antes de amargarse hay que confiar en Dios y no hacer caso de los chismorreos públicos.

¡No todo, es lo que parece!          

Como la vida misma

COMO LA VIDA MISMA

Cuando uno es joven, esa juventud tirando a adolescencia, se piensa que sabe más que nadie y se tira al mundo de cabeza, sin hacer caso de nadie,  incluido sus padres. Se cree que se va a comer al mundo y no sabe que es carne de cañón, de eso se entera más tarde, cuando en muchos casos ya es demasiado tarde. Las amistades tienen mucho que ver; ¡somos jóvenes, los viejos están chocheando y no nos entienden! Hay que estar de parte de los partidos políticos que defienden a los pobres y no a los ricos. La Iglesia es  dominante y los curas, sin hacer nada, tienen sus pagas, más lo que pueden cepillarse, no hay que creer en los curas pues son unos fachas y defienden la Palabra de Dios, porque es lo que a ellos le da de comer; abajo la Iglesia, viva los partidos  contrarios a la Iglesia, esos son los que nos interesan, y macho nos entiende a la perfección y están de nuestra parte. Y uno hace caso de esos comentarios y le sigue como un corderillo y lo malo del tema es que algunos no se acuerdan de esos momentos en los que en su casa no tenían ni para comer; pues, o su padre se había quedado en el paro, o había caído enfermo y con la paga que recibía no le llegaba ni para la primera quincena, y el resto de los días del mes ¿Cómo se apañaban? ¿Quién les daban de comer? Y cuando llegaban los fríos del duro invierno ¿Quién los arropaban para que no pasaran frío? Ya que a ciertas edades las ropas no valen de un año para otro, se quedan chicas, y, sí, cuando hay varios hermanos pasa de uno para el otro, pero y al mayor y la mayor ¿Quién les compraban los abrigos y ropa necesaria? ¿Los políticos de turno? ¿Los amigos que ahora le inculcaba para criticar a la Iglesia y a los curas? No, estos sólo se dedican a criticar. Entonces ¿Quién les ayudaban? Al llegar la Navidad ¿Quién les daban los clásicos mantecados y polvorones? ¿Quién les decían que la familia es lo más importante y hay que velar y cuidar por ella? ¿Los políticos de turno? ¡No! Estos lo que defienden son los derechos, la unión entre homosexuales y el divorcio, esto es lo que ellos, entre otras cosas, defienden.
¡Qué hermosa y bonita es la juventud en todas sus directrices, incluida la adolescencia! Y a la vez que traicionera. Salimos al mundo con los ojos cerrados; al principio nuestro padre es un sabio que todo lo sabe y después lo tratamos peor que al mayor enemigo que podamos tener. Nos hacemos individualistas para con ellos, pero claro, nos tienen que seguir manteniendo, porque es su obligación. O sea que nos separamos en lo que nos interesa, ¡pero bueno, se puede ser más cruel! Luego a cierta edad nos acordamos de los viejos, cuando en muchos de los casos ya no tiene solución, y ellos como buenos padres y después de todo lo que le hemos hecho padecer, están intercediendo ante Dios por nosotros. Es entonces, en la madurez de nuestras vidas, cuando nos damos cuenta de los ingratos e imbéciles que hemos sido y que hemos tenido la “enfermedad de la juventud” acordándonos de que los únicos que nos han ayudado de siempre, ha sido “LA IGLESIA CATÓLICA”, la única que durante veintiún siglo está ayudando a todos los pobres, y no solo de nuestro pueblo, sino y también de todo el mundo. Ahora que llega la Navidad, y a través de Cáritas (que es Iglesia) y de manos unidas (que es de la Iglesia) No queda ni un rincón del orbe que se quede sin  lo más necesario para estos días y que en muchos de los casos, no debemos de olvidar, que es más importante una sonrisa,  un buen trato y un saber escuchar, que mucha palabrería, son los nuevos necesitados de nuestros días “los ancianos” solitarios que lo único que quieren es que alguien les escuche. También de ellos cuida la Iglesia, y es curioso cuando la mayoría de estos (y de los que acuden a por alimentos) nos dicen que antes estuvieron en el Ayuntamiento y que los derivaron a la Iglesia; ¡los mismos que critican a la Iglesia!
En la madurez de nuestras vidas es cuando nos damos cuenta que todos esos que en nuestra juventud nos entendían y estaban de nuestra parte, lo hacían por intereses propios y no porque estuvieran de nuestro lado.
Pero si hay algo que debemos de tener en nuestra mente y en nuestro corazón es la inocencia y el buen obrar que teníamos en nuestra niñez, es la única manera de no ir con la coraza de “todo el mundo es malo”, porque eso de: piensa mal y acertarás, no es de ser buen cristiano; y así darle a todo el mundo lo mejor de nosotros mismos. Esto hay que hacerlo en Navidad y todo el año.
¡Ojala y esta Navidad veamos a la Iglesia como lo que es, ya que Iglesia somos todos, cuya cabeza es Jesús!
 

La fe en la calle

LA FE EN LA CALLE
La fe en la calle yo la tengo comparada con los billetes de doscientos euros; que todo el mundo sabe que existen pero nadie los ve. Por la profesión que tengo, estoy todo el día de un negocio en otro y oigo y veo cada cosa que me quedo sin palabras, ¿cómo puede haber personas que profesan la fe católica y luego se muestran pasivas ante temas como: el aborto, la eutanasia, la xenofobia, la creencia religiosa…? las ves en conversaciones callejeras que claman al cielo y no dicen nada, se callan, no defienden los principios católicos; y luego las ves dándose golpes de pecho. Dios nos libre de esta forma de ser, porque (como decía san Pablo) no son ni fríos ni calientes, la tibieza es lo peor que hay; no se puede estar encendiendo una vela al diablo y otra a Dios, si eres de Dios y te sientes cristiano no te puedes callar ante semejantes atrocidades, ante esto yo me pregunto ¿de qué sirvió la sangre derramada por nuestros antepasados los santos mártires? ¿Y la de Nuestro Señor Jesucristo? Ellos no se callaron y dieron sus vidas por defender la única Verdad. ¿Qué comunión tenemos con nuestros hermanos misioneros que están en tierras de persecución Cristiana, dando su vida por lo único que de verdad merece la pena? Y eso que no tenemos que derramar ni una gota de sangre. ¿Esta es la fe que quiere Dios?, por supuesto que no, tenemos que sentirnos evangelizadores, y como laicos que somos defender (de obra y de palabra) la Palabra de Dios y no callarnos ante las barbaridades que se oyen en la calle y más si se dirigen a nuestra persona; hay un refrán que dice: “el que calla otorga”, callándonos nos hacemos como ellos y esto Jesús no lo quiere. No tenemos que sentir nada de vergüenza ni de cortedad el ir en contracorriente, en no dejarnos llevar por la masa; tenemos que tener en cuenta que los enemigos del alma son: mundo, demonio y carne; así nos lo enseñaron de pequeños y así lo tenemos que practicar. Para curar una enfermedad, primero tenemos que reconocerla y después actuar; la enfermedad que tienen muchas personas, que se dicen católicas, es la de la pasividad y esto hay que cortarlo de raíz, de un tajo y pregonar a los cuatro vientos que Dios existe y que nos hizo por amor. No pasar de los comentarios venales que se escuchan en las plazas, calles, bares… no nos tenemos que callar y con la fe, que Dios nos ha dado, defender los principios de  todo cristiano, llegando a ser practicante y no pasivo o de conveniencias.
En la calle- los que nos sentimos cristianos practicantes- tenemos una ardua tarea; pues nos torpedean con muchas blasfemias e ignorancias sobre lo tocante a las virtudes teologales; en la que nos ocupa, hay un desconocimiento supino, y, como consecuencia, un ateísmo ya demasiado grande. La fe, para ellos, es que no le falten el dinero para sus caprichos; llámense drogas, orgías, saraos,  bienestar materialista…; despreocupándose de los compromisos que se adquieren al ser cristiano y seguir las pautas marcadas en los Diez Mandamientos.

Somos el foco de atención de todos los demás y, a la más mínima, no los echan en cara. Tenemos una responsabilidad tremenda, dado que no nos podemos callar ante tanta blasfemia como se dice, y tan mal ejemplo como se le está dando a la juventud. Yo concretamente, para algunos soy “el curilla”, pero bendito seudónimo, porque, aunque no lo soy, sí que me glorío y me gozo de mi fe, fe, que todos los días le pido a Dios que me aumente.