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jueves, 2 de febrero de 2023

Cuento de Navidad: La cruz de Pedro

CUENTO DE NAVIDAD


LA CRUZ DE PEDRO

Sus noches eran tan oscuras como la opacidad más densa que pueda existir y sus días tan largos y prolongados como la eternidad, sumido en esos dolores tan desmesurados que le quitaba el aliento, de tal manera que se desesperaba sobremanera, hallando consuelo y resignación, tanto espiritual como físicamente, con sus oraciones, ya que había momentos que los calmantes le hacían muy poco.

Pedro había pasado una Nochebuena perfecta, derrochando amor, cariño y servicio hacia los demás. Después de descansar un poco decidió ir a casa de un amigo que se encontraba desalentado y enfermo. Estuvo como tres horas acompañándole, dándole calor y ánimo, retornando a casa en su coche. Este hombre joven, bien mirado y conocido por todos sus paisanos, ignoraba lo que el futuro inmediato le tenía preparado. Iba canturreando villancicos, pendiente de la carretera, cuando en una de las curvas se encontró con otro vehículo en su carril, conducido por otro joven totalmente embriagado y chocando frontalmente, sin tener espacio de maniobra para poder eludir el accidente. La ambulancia actuó inmediatamente llevándolo al hospital de la capital, pero por mucho empeño que pusieron los especialistas no pudieron remediar que se quedara tetrapléjico.

Fue pasando el tiempo y llegó el otoño, desprendiendo los árboles sus hojas caducas y sembrando la vía pública y aceras de varios colores. Pedro, desde la ventana de su habitación, veía el paisaje acompañado del pulular de unos niños jugueteando. En un momento de embelesamiento le invadieron los recuerdos añorados de aquellas Navidades inolvidables y maravillosas de cuando era niño y como sus padres siempre tenían invitados en su casa en esa Noche tan especial. La mesa era bastante grande rodeada de sus cuatro abuelos, su única hermana, Rocío, y sus padres, acompañando a los “convidados de honor”, como les llamaban sus progenitores. Después de cenar acompañaban a estos a sus casas y ellos iban a la Misa del Gallo. Posteriormente visitaban familiares y amigos pasando toda la Noche, no solo divirtiéndose, que también, sino haciendo el bien a todo el mundo, ya que el mejor regalo que una persona puede hacer es regalarse a sí misma, o sea, ayudando a los demás entregándose en cuerpo y alma; dando su tiempo por una buena causa de servicio acompañado del desprendimiento económico, todo el año, hacia los más desfavorecidos, acto que también hacían.

La mente le hizo una jugarreta pasando de la melancolía al momento del accidente y decía ¿por qué me sucedió? ¿Por qué las personas tienen que beber hasta embriagarse? ¿Por qué conducen ebrios? Pensando en todo esto, que de alguna forma le atormentaba, le vino unas imágenes y unas palabras que le dejaron anonadado: “ayuda a esas personas a pasar unas Navidades inolvidables” pues en su visión contempló a unos niños llorando porque no tenían juguetes ni mantecados, acompañados de unos ancianos que clamaban al cielo por sus necesidades más básicas. Ayuda a estos indefensos y frágiles para que tengan unas fiestas gratas junto con los Reyes Magos y que no haya nadie sin mantecados, juguetes y alimentos necesarios.

Sin pensarlo dos veces y haciendo uso del dinero que les asignaron por ese revés, y con la lección bien aprendida de sus padres, llamó a su hermana y le dijo: esta

Navidad haremos felices a los más necesitados de otra forma ya que físicamente no puedo , rápido, vete a la tienda y a la papelería- juguetería del pueblo y encarga mantecados y todo tipo de juguetes y alimentos, sobre todo leche, que este año voy hacer felices a muchos niños y hogares, pero que nadie se entere que hemos sido nosotros. Rocío un poco pensativa, le pregunta la forma de repartir todo eso y que, tanto la tienda de comestibles como la de juguetes, no tendrían la cantidad que él quería ya que había mucha pobreza en el pueblo sacudido por el COVID y la sequía que estaba azotando a todos sus habitantes, habiendo hogares que llevaban meses sin recibir un euro. Pedro, mirándole a los ojos, le dijo: por eso mismo te digo que rápido, quedan dos semanas para la Nochebuena y quiero que los tenderos tengan todo preparado para cuando lleguen esas fechas. En la forma del reparto ya he pensado como se va a hacer: los comerciantes conocen a todo el pueblo sabiendo quienes son los que verdaderamente les hace falta; van a ser ellos los encargados de repartir todo lo necesario, pero ¡ojo! Diles a los minoristas que no se les ocurra mencionar nuestro nombre, que digan que viene de unas personas que ellos no conocen. Rocío, con cariño, le dijo: “vas a ser un personaje egregio en el anonimato”.

Llegado el día de los Reyes Magos, viendo Pedro que todo el pueblo, mayormente campesinos y gente sencilla, habían pasado unas Navidades imborrables en sus mentes, llenas de colorido, alegría, regocijo y empatía, se sintió muy útil, a tal extremo llegó su relax que se quedó vencido y en sus sueños le pidió a Dios que se lo llevara con Él, añadiendo: no sea mi voluntad sino la Tuya y si Ves que puedo seguir siendo útil para mi prójimo déjame en este mundo de dolores en mi cuerpo y padecimientos de los que me asisten, pues lo mío no tiene solución. Una voz le dijo: “tus sufrimientos y dolores son purgatorio en la tierra” Pedro contestó ¡hágase en mi según Tú voluntad!