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jueves, 28 de mayo de 2020

A LA MEMORIA DE NUESTRO BEATO LOLO. una forma de engrandecer a este ilustre paisano beato Lolo. todo un ejemplo a seguir de meditación y santidad...

    

 




A la memoria de nuestro Beato Lolo

En el año del Señor, mil novecientos veinte, aconteció una efeméride muy importante ¿una? El físico Albert Abraham Michelson pudo medir el diámetro de la estrella Betelgeuse, siendo trescientas veces mayor que el sol, con uno de los primeros Interferómetro. Lo que este premio Nobel ignoraba, es que ese mismo año, había  nacido otra estrella mucho mayor que el Betelgeuse, en una ciudad minera, al sur de Europa y norte de Andalucía y de nombre Linares, con planta de santo, nuestro más  querido y admirado Manuel Lozano Garrido que con su ejemplo de vida dejaría un testimonio muy difícil de superar.

A una edad muy temprana se vio sumergido en la guerra civil y con todo el valor del mundo y mucha gallardía les llevaba la Comunión a los presos con el peligro que esto acarreaba, hasta que lo pillaron y encarcelaron a él también. No le importó para nada sacrificar su vida por hacer el bien hacia los demás. Yo por este motivo lo tengo como mi patrón, pues les llevo la Sagrada Forma a los enfermos. Ya sé que es san Tarsicio el patrón de los acólitos pero, para mí, como acólito adulto, lo es él. Todos los días le hablo con la acción de Gracias y pidiéndole tres cosas para que interceda ante Dios nuestro Señor y una de ellas es “amigo te pido por todos los que le llevamos la Comunión a los enfermos a sus casas en todo el mundo para que nunca nos ataque el desaliento y le sepamos transmitir que la Santísima Trinidad los ama dibujando una sonrisa en nuestros semblantes, mirándoles a los ojos y cogiéndoles las manos”. Él también me habla, tanto que una vez empecé a llevarle la Comunión a una señora, longeva, que se llama Teodora y cuál fue mi sorpresa (yo creía que Lolo había fallecido al lado de la Basílica de Santa María) cuando le empecé a hablar de nuestro amigo y me dice ¡yo lo conocía y he hablado muchas veces con él y con sus hermanas ya que vivía aquí enfrente! Me quedé sin palabras y sin poder articular  silaba le pregunté: aquí enfrente ¿dónde? Contestándome “justamente la puerta de enfrente”. Tanto me llegó esto que le saqué una fotografía a la puerta exclamando ¡querido Lolo ¿Quién sigue a quién?! Bajando los escalones dando gracias a Dios y pensando “por aquí bajaron a mi amigo exánime”. Él nos enseñó que la oración tiene muchas fuerzas, tantas que, yo creo, era lo que le daba vida y ganas de seguir ahí con sus meditaciones, escritos, poesías…  

Acabada la guerra, y volviendo al principio, le dieron una hoja en blanco y le dijeron: escribe los nombres de los que te metieron en la cárcel y él cogiendo la pluma hizo una línea diagonal y entregó el folio. Les preguntaron ¿y esto? A lo que contestó: los he olvidado y perdonado.

Toda una vida de santo entregado a los demás y con una sabiduría muy grande. A sus 32 años le vino una enfermedad degenerativa en los huesos –parálisis- y, para más inri, llegó a quedarse ciego en sus nueve últimos años de vida. Aun así no se apartaba de su mirada una sonrisa haciendo eco a aquello que dijo el Santo Job “Dios me lo ha dado, Dios me lo ha quietado. Bendito sea Dios”

Ayudado por sus hermanas escribió varios libros, escritos y poesías donde plasma su santidad y buen hacer. Tan humildemente y con tanta santidad viviste que te veneran en todas partes del mundo, siendo tu anfitriona  Hispano América.

Estas líneas se las quiero dedicar a nuestro gran paisano, Beato Lolo, en los cien años de su venida a esta tierra y al mundo entero y al décimo aniversario de su beatificación en un año marcado por ser la selección Española campeona del mundo y por tener temperaturas tan dispares como -93’2 grados centígrados en la Antártida y +53’5 grados centígrados en Pakistán. Ese doce de junio nos calló agua hasta en los huesos ¡qué forma de llover! A mí me pilló en las primeras filas ya que iba de ministro de la Comunión con mis credenciales y no tenía donde refugiarme, ni paraguas, del diluvio. Que dicho sea de paso, estaría dispuesto a empaparme por tal causa ¡qué día más grande!. Y también te pido que  interceda ante Dios nuestro Señor por Linares, sus habitantes y por todas las almas que no le han dado tiempo a recibir sus últimos Sacramentos en esto que todavía colea covid-19.