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martes, 6 de abril de 2021

Linar y Biatia, tradiciones y Semana Santa

 Expiración y Esperanza" abre una gloriosa tarde de Viernes Santo - Linares28

Linar y Biatia, tradiciones y Semana Santa

Cuando vemos las castañas en el súper decimos aquello de “ya está cerca el día de los santos” y así es, recordando, posteriormente, que queda poco para la Navidad.

Cuando empiezan a florecer los almendros, el jazmín, el cerezo( las aves también tienen su protagonismo, por ejemplo: fue una golondrina, según la tradición, la que le quitó las espinas a Jesucristo; fue en forma de paloma-según el Evangelio- como descendió el Espíritu Santo al salir Nuestro Señor de las aguas del Jordán después de ser bautizado por San Juan Bautista) anuncia también la cuaresma esta ave zancuda y migratoria tan emblemática como son las cigüeñas cuando las empezamos a ver sobre torres, campanarios… decimos aquello otro de “la cuaresma la tenemos encima” y posteriormente la Semana Grande, Semana de Pasión, Semana Santa.

La cuaresma nos recuerda los cuarenta días que Jesús estuvo en el desierto en ayunas y las tres tentaciones que tuvo por parte del Diablo. Esta, es tiempo de reflexión, ayuno, limosna y conversión. Nos prepara para esos cuatro días llenos de pasión, muerte y resurrección de la segunda persona de la Santísima Trinidad. Aquí fue, en el desierto, donde se preparó con la oración y el ayuno para los tres años de evangelización que tenía por delante llenos de: milagros, enseñanzas, amor, entrega, institución de los Sacramentos, la oración del Padre Nuestro y” tantas cosas que si hubiera que escribirlas, una por una, creo que este mundo no podría contener los libros” (Juan 21, 25)… y todo esto sabiendo lo que le esperaba, de la forma que lo iban a matar; es Dios, pero también, es hombre y como Dios sabia la muerte que padecería ¡Todo un Dios que se hace carne y habita entre nosotros! Y todo esto con la intervención de una mujer que se dejó llevar por el Arcángel San Gabriel y dijo aquella frase de ¡hágase en mí según tu palabra! No habrá en el mundo un SÍ más grande que ese. Una muchacha joven que le rondaba un hombre cuyo nombre era José, ocupada en las tareas de su casa y que sin pensarlo dos veces se dejó llevar por los deseos de la Santísima Trinidad y que ya estaba elegida desde antes del principio del mundo.

La imagen de la Virgen es muy venerada en todas partes y no va a ser menos en nuestro Linares, lo cual a mí me seduce de tal manera que se me ponen los pelos de punta y más cuando en pleno trayecto salen esa voz, yo diría que del corazón de quien las vitorean, tan bonita como ¡viva la Madre de Dios! Sí, Madre de Dios y Madre mía, además de la Santa Iglesia.

Hay muchas advocaciones pero una sola Virgen y todo lo que se escriba sobre ella es muy poco; grandes literatos y pintores la han puesto en un peldaño muy difícil de igualar; pero aun así me atrevo a plasmar estas letras de aquella mujer que se dejó llevar para lo que Dios la llamó y con ese sí nos salvó a todos de la gehena y dio toda su juventud y toda su vida por la salvación del mundo entero. Todos los tronos y pasos son un esplendor en sus correspondientes procesiones; aquí en Linares tenemos unos desfiles encantadores desde el Domingo de Ramos hasta el Domingo de Resurrección, el Sábado de Gloria es el único día que no la hay, y Nuestra Señora va con una majestuosidad incomparable. Como plasmaron los escultores esas imágenes tan llenas de dolor y angustia con esos siete puñales clavados en su corazón y su tez mirando hacia el cielo como diciendo ¿Dios mío que ha pasado; tanto tenía que sufrir mi hijo; por qué lo tratan así, por qué lo han matado? Pero bueno hágase Tú voluntad. Me imagino, Madre, que como desde la visita del Arcángel hasta ese Viernes Santo te guardarías todo esto en tu Inmaculado corazón.

No entendías lo que estaba pasando pero NO ECHASTES A CORRER, en ningún momento, sino que te quedaste allí, acompañando a tu Hijo en esos momentos de Gloria sin saber ni comprender ciertas cosas, hasta que te enteraste de que lo andaban buscando para matarlo; ahí empezarías a recordar lo que os dijo el anciano Simeón y más concretamente lo que, mirándote a los ojos, te dijo “… y a ti, María, una espada te traspasará el alma”. Por eso Señora y Madre Nuestra te veneramos y te queremos tanto que en nuestros pesares y angustias acudimos a ti para contarte nuestras penas y que intercedas ante Dios Todopoderoso. También subimos al Santuario para darte gracias por todo lo que nos estás dando, por todo lo que recibimos con tus intercesiones y que no es poco; subimos para refugiarnos como Madre Nuestra que eres y lloramos unas veces y otras vamos llenos de alegría. Madre mía ¡Qué grande Eres! No nos dejes jamás, no nos abandones aunque pequemos gravemente; recuerda que eres nuestra Madre.

El Domingo de Ramos todo el mundo lo acompañaba aclamándole ¡Hosanna al Hijo de David! Y como cambió la imagen de casi todos ellos el Viernes Santo. Es aquí donde nos centramos, en esta Semana cuyo culmen es el Domingo de Resurrección.

Yo me he criado en un hogar cristiano lleno de símbolos e imágenes, mi madre hacia esas magdalenas, tan ricas, el arroz con leche, las natillas, las tortas, bizcochos, los hornazos y demás viandas típicas de esta Semana. Se metía en la cocina el martes y miércoles Santo para hacer la comida del Jueves y Viernes Santo. No nos perdíamos ningún paso de las procesiones. Recuerdo esos Viernes Santos donde todo el mundo iba muy arreglado, muy elegantes los hombres con sus trajes y muy guapas las mujeres con sus vestidos recién comprados o con el hábito del Nazareno. Mis hermanos y yo también estrenábamos ropa haciendo honor a esa frase que se decía “Domingo de Ramos el que no estrena se les cae los pies y las manos” eran tiempos muy bonitos y que hoy por hoy me llenan de nostalgia, pero aún así, acojo estos tiempos con mucha alegría ya que es una época, llevamos varios años, en la que los costaleros hacen tales maravillas que a todos nos dejan deslumbrados.

Desde pequeños se ve la inclinación, lo que nos atrae y cautiva, y, estos ocho días son el delirio y goce, también, de los más peques y lo muestran haciendo sus pequeños tronos con alguna imagen y portándolo a hombros por sus calles haciendo la música del tambor con la boca.

Estos días se ponen las calles de Linares abarrotadas de personas de todas partes viniendo turistas de distintos puntos de la geografía, y no solo de España, haciendo acto de presencia linarenses que tuvieron que emigrar en busca de trabajo. Incluso los hay tan cofrades que hacen cientos de kilómetros todas las semanas de ensayo o bien de las distintas bandas procesionales o de costaleros; por cierto ¿cómo será el gusanillo o duende que tiene todo lo relacionado con nuestras procesiones? es digno de admirar y es aquí donde resalta una figura tan enigmática como es el costalero. Estos cada año se esmeran más y todos unidos, bajo las órdenes del capataz, hacen auténticas delicias en esas levantás y posterior baile del trono haciendo de cada chicotá un deleite con mucho arte, arte que se refleja hasta en la bajada, unos con la Virgen y otros con el Cristo u otros pasos. Esas bambalinas de un lado para otro a un ritmo celestial, es que te quedas boquiabierto por esa sintonía acompañado por el ritmo de los varales y el palio, todo al mismo tiempo oyendo los pasos cortos de estas personas que si por ellas fueran en el momento de a “pulso” lo llevaría hasta el cielo y no les importaría ir volando enganchados a la trabajadera.

Los costaleros van dentro y nadie ve lo que hacen; van al ritmo que les marca su capataz, y que previamente han ensayado, ofreciendo sus penares a nuestro Señor Jesucristo. Algunos de ellos van con el corazón roto por la pérdida de algún ser querido y más si va de patero en la parte de atrás donde en la soledad echan sus lágrimas acordándose de su ser querido e inolvidable, ser por el que ardió su corazón para portear la Virgen o el Cristo; ofreciendo sus esfuerzos y cansancio al Señor por esta alma que se le ha ido y por la salud de algún familiar o amigo enfermo. También en acción de Gracias.

No tengo por menos que dedicarles estas palabras, que aunque no son mías, mías las hago:

Costalero ve tranquilo,

deja que arrastren tus pasos

y que suenen escondidos,

que es tu pisar solitario

el mejor de los sonidos.

Algo que también, de siempre, me ha atraído la atención ha sido esos penitentes descalzos acompañando al paso y a veces con las inclemencias del tiempo por el frío o porque ha estado o está lloviendo y como que casi nadie ha caído enfermo ni se ha cortado, es asombroso, y, además, con la devoción que lo hacen por alguna promesa o acción de Gracias.

Yo no soy cofrade pero sí católico practicante y las procesiones las veo como una catequesis en todos y cada uno de los pasos, desde la Borriquilla hasta la Resurrección. Todos los años salgo acompañando, junto con mi esposa, al Vía Crucis de la Penitencia, así estén cayendo chuzos de punta, aunque nunca he salido con una cruz a cuestas ni descalzo.

Me voy a centrar en una historia que sucedió hace ya muchos años, un Viernes Santo, en la puerta de la Iglesia de San Francisco, esperando que saliera el Cristo de la Expiración con un sol radiante, tanto que las Potencias del Cristo relucían de un cegado irradiar que hacía mirar hacia otro lado. Todo esto engendraba una tarde llena de esplendor, de luz y colorido, en la que había una familia, matrimonio y tres hijos; y la esposa, con el chico entre sus brazos, vestida con un talar del Nazareno ceñido por un cíngulo color amarillo, dirigiendo la palabra a su marido le dice: mira nene allí está tu hermana, en la otra esquina tu hermano y enfrente tu otro hermano. El esposo se hablaba con todos los hermanos pero entre ellos habían dejado de tener relaciones por la herencia, pues todos querían el colchón de lana de los abuelos. La madre con sus ojos fijos en Cristo le dijo “Señor, que se junten los hermanos” empezando a orar se les deslizaban unas lágrimas por las mejillas a la vez que se le veía musitar. La pasión de esta mujer cristiana, aparte de la Semana Santa, era su Virgen de la Macarena, Cristo de los Gitanos (dado que estuvo algunos años en Sevilla), nuestro Nazareno, Nuestra Señora del Carmen y Nuestra Señora Coronada Virgen de Linarejos. Era católica practicante, para ella la cuaresma y Semana Santa eran sagrados haciendo una mayor relevancia en el Triduo Pascual, llevando con mucho rigor y dulzura esos días de ayuno y abstinencia. Hablaba sobre la figura del costalero en las procesiones de la capital hispalense, algo que llegaría a Linares muchos años después y de cómo bailaban a la Virgen y la devoción y pasión que tenían, y siguen teniendo, en esta Ciudad tan emblemática y religiosa.

Ya con la Procesión en la calle y al retroceder para que desfilara el paso, fue cuando, y por arte del Espíritu Santo, empezaron a juntarse los hermanos, los primos y demás familia, llevando a pleno gozo la satisfacción de que volvieran a estar juntos y más en ese día tan hermoso y triste a la vez. La madre volvió la vista al Cristo, y con los ojos brillosos y llenos de alegría, le dijo ¡muchas gracias Señor mío! Después de ver ordenada la procesión se fueron todos a celebrar el tan magno reencuentro.

A la vuelta de la calle San Francisco y esquina a la calle pontón había un bar que se conocía como el bar del alicates y allí entraron a beber, a todo esto la madre llena de alegría, eso sí, no probó bocado en todo momento. Dijeron de irse a un lugar para celebrarlo más en familia y desde este bar, cargados con cervezas, vino, refrescos y demás, emprendieron el camino hacia ese lugar. Todo era alegría, alborozo y buen rollo celebrándolo por todo lo alto y dándose cuenta de que habían cometido una gran torpeza por tan insignificante motivo ya que por encima de todo eran hermanos y nada ni nadie merecía la pena por la que estar separados y sin hablarse y mucho menos por un puñado de colchón de lana ¡vaya imagen que le hemos dado a nuestros padres! Dijo uno de ellos. Hasta aquí todo muy bien y sobre ruedas. Pero llegó un momento en el que uno de los hermanos tomó una gallina para matarla y comer. La madre cuando vio semejante estampa exclamó ¡cuñado, por favor, no hagas eso, fíjate que día es hoy! Y el cuñado no haciendo caso y diciendo que no pasaba nada, sacrificó al animal. La madre asió a sus tres hijos, el chico con cinco meses, y salió de allí diciendo ¡no quiero que mis hijos vean esto en un Viernes Santo!

Se están perdiendo muchas tradiciones y, algo que también es muy grave, las leyes de la Santa Madre iglesia, amén de la Misa dominical.

Hubo de todo en los tiempos pasados, como en hoy día, pero también había mucho miedo y “hago esto por el que dirán” y cosas parecidas; prefiero estos tiempos en los que cada uno es muy libre de hacer lo que le plazca. Dios quiere que todos nos salvemos pero también nos hizo libres para escoger el camino que deseemos.

Rompamos una lanza en favor de las tradiciones y buenas costumbres ya que es aquí donde residen nuestras raíces, de dónde venimos, y nos identifican.

Rompamos otra en favor del costalero, hay alguna cofradía que no tiene costaleros para sacar sus pasos y eso que hay costaleros que portan en dos o más cofradías. No demos lugar a que se quede ninguna procesión sin salir por falta de hombros que porten sus pasos.