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sábado, 1 de marzo de 2014

San Pedro Poveda ( cuarta parte "Impulso a la Institución Teresiana y compromiso con su ambiente")

 Impulso a la Institución Teresiana

y compromiso con su ambiente
       “Sentí muchísimo salir de Covadonga, pero fue mayor la alegría que me produjo la esperanza de ver progresar mi Obra en muchas partes. Desde Jaén podía servir mejor a la Obra”. Así explicaba don Pedro su traslado a Jaén en 1913.
El Obispo de esta diócesis lo recibió complacido, tal como expresaba unos años después, en enero de 1917, en una carta dirigida a Poveda: “Cuando usted fue nombrado canónigo de la Catedral de Jaén, recibí una carta del señor Abad de la Colegiata de Covadonga, en donde usted era prebendado, dándome la enhorabuena por su traslado a Jaén y haciéndome el elogio de su Obra, de su espíritu de propaganda católica y de sus aptitudes pedagógicas para tan importante objeto [...].
En suma: mi juicio sobre la Obra de usted es, que la considero como bajada del Cielo, de oportunidad extraordinaria para atender a las necesidades que exigen los tiempos presentes [...] y, por consiguiente, Obra de grande y dilatada trascendencia. Concluyo alentándolo a seguir adelante”.   

            Para mejor impulsar, pues, esta Obra que agrupaba a personas dedicadas a evangelizar en el mundo de la educación y la cultura, principalmente en el campo del magisterio, decidió regresar a su diócesis de origen, teniendo en cuenta, además, que, en cumplimiento de un reciente decreto, en el curso 1913-1914 estaba previsto crear Escuelas Normales de Maestras en las capitales de provincia que no la tuvieran, como era el caso de Jaén, donde sólo había Normal para Maestros.
            Allí fue canónigo de la Catedral, obtuvo el título de Maestro, trabajó como profesor del Seminario y de ambas Escuelas Normales y participó activamente en la vida de la ciudad, prestando siempre notable atención a los sectores más necesitados y a las nuevas corrientes educativas y culturales del ambiente local. Muy pronto fue reclamada su presencia en diversas iniciativas ciudadanas, como la Asociación de la Prensa, la Academia de Estudios Superiores y la Real Sociedad Económica de Amigos del País. Fue también director espiritual del Centro Catequístico de Obreros, miembro de la Junta de Reclusos y Libertos y Vocal de la Junta Provincial de Beneficencia. Y desde 1912 pertenecía a la Unión Apostólica de Sacerdotes Seculares, de carácter internacional.
En Jaén publicó el folleto El estudio de la Pedagogía en los Seminarios (1917), que recoge la lección inaugural del curso 1914-1915, que le correspondió dictar como último profesor llegado al Centro. Manifestó de modo muy documentado su convencimiento  convencido de que, quienes tenían por misión educar en la fe, deberían gozar de la preparación pedagógica adecuada, haciendo propuestas concretas.
            Apenas llegado a Jaén, conoció a María Josefa Segovia, entonces de 22 años de edad, que estaba concluyendo sus estudios en la Escuela Superior del Magisterio de Madrid y llegó a ser su principal colaboradora en la Institución Teresiana. A ella le confió iniciar una Academia-Internado en dicha ciudad para las alumnas de la nueva Escuela Normal femenina, mientras hacía sus Prácticas y Memoria de la Escuela Superior, tarea que realizó con notable competencia y entusiasmo. Y desde allí continuó don Pedro animando la creación de otras Academias y Centros de formación pedagógica en distintas capitales de provincia, que eran al mismo tiempo hogares de profunda vida cristiana y presentaban una fisonomía cada vez más propia y definida.
            Esta Obra se extendió con mucha rapidez y vio crecer notablemente sus actividades y sus colaboradores, contribuyendo de modo decisivo a la promoción y formación de la mujer. Las Academias de Santa Teresa de Jesús, la mayoría de ellas con internado para las estudiantes de las Escuelas Normales, facilitaron el acceso a los estudios de Magisterio a muchas jóvenes de las ciudades y de los pueblos y su posterior ejercicio profesional. Además, en 1914 don Pedro Poveda abrió en Madrid la primera residencia universitaria femenina de España y aglutinó a buena parte del profesorado femenino, en particular de Escuelas Normales. La Obra Teresiana, al comienzo de los años veinte del siglo pasado, llegó a ser tal vez el grupo más cualificado y comprometido en la formación humana y cristiana de la mujer estudiosa.
            La Institución Teresiana, articulada en diversos grupos y con presencia muy activa en los diversos sectores de la cultura y de la sociedad, en 1917 fue reconocida civilmente en Jaén según de la vigente Ley de Asociaciones y obtuvo aprobación eclesiástica diocesana como Asociación de Fieles, una “Pía Unión” según el recién promulgado Código de Derecho Canónico. Quedó constituida desde el principio como una Institución de fieles laicos compleja, con un único espíritu y misión y diversos modos de ser miembro de ella. Se acogía a la titularidad de Santa Teresa de Jesús, mujer de amplia cultura y de sólida vida de oración, adoptaba como estilo de vida el de los primeros cristianos, e identificaba la educación y la cultura como el ámbito específico de su misión.
            En los últimos años de su estancia en Jaén, el Padre Poveda ―como todos le llamaban― escribió y dio a la imprenta Consideraciones (1920) y, principalmente, el folleto y el libro titulados Jesús, Maestro de oración (Córdoba, 1922), hoy publicado en edición crítica en la Biblioteca de Autores Cristianos (Madrid, 1997 y 2000). También vieron nuevas ediciones sus escritos de la etapa de Covadonga y añadió una nueva e importante serie a sus Consejos.

            Desde que viera la luz el primer número de la “Primera Época” en octubre de 1913, don Pedro Poveda animó siempre el Boletín de las Academias Teresianas, revista pionera en su género en cuanto a la formación pedagógica de los educadores, formación en consonancia con la también deseada profundización en su fe. Él escribió con frecuencia en las páginas del Boletín y animó a las profesoras de las Academias a que lo hicieran, logrando mantener viva, y cada vez más lograda, la presencia de esta publicación en los ambientes educativos.