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lunes, 29 de julio de 2024

San Pedro Poveda (1ª parte)

SAN PEDRO  POVEDA  CASTROVERDE

Signo para la Iglesia y el mundo de hoy

María Encarnación González Rodríguez
Directora de la Oficina para las Causas de los Santos de la Conferencia Episcopal Española

San Pedro Poveda fue un hombre sencillo, humilde, dialogante y audaz, con una marcada coherencia entre su sentir, su pensar y su hacer, mantenida con serena fortaleza entre la pluralidad y la contradicción. No se parecía a los que destacaron por su protagonismo en una época en que todos deseaban tener un papel muy importante en el complejo escenario de la vida nacional. Era de los que discretamente se tomaban en serio lo que había que hacer, cediendo los honores, los primeros puestos y las alabanzas a los demás. Pero todos le conocían. Sabían dónde estaba el Padre Poveda dispuesto siempre a escuchar y a animar.
Cada época histórica tiene sus posibilidades y sus retos, y también la suya, que fue el momento en que Europa se abría a la “modernidad”. Tenía 26 años cuando comenzó un siglo nuevo, el XX, nacido con el ansia de renovación que suele acompañar a esta circunstancia. Joven, animoso, decidido, a Poveda le parecía entonces que todo se podía conseguir y, entusiasmado a fondo con el propio ideal, más que lamentar lo mucho que estaba por hacer, prefirió comprometerse con lo que tenía a su alcance. Así lo hizo siempre. Y triunfó del todo, pero con un triunfo muy particular: llegar a ser un gran santo. Un santo de los que enseñan cómo se vive, y cómo se muere, por amor a Jesucristo.
            Cuando el Papa le proclamó Santo en la Plaza de Colón de Madrid el día 4 de mayo de 2003, dejó constancia de este acto, como en todo caso semejante, en un documento muy solemne: una Bula pontificia. Esta Bula, que está escrita a mano en pergamino y firmada de puño y letra por Juan Pablo II, después de la solemne fórmula de canonización y antes de los párrafos finales dice así: “Concluida la oración acostumbrada, hemos venerado a este varón excepcional y admirando su heroica laboriosidad y sus maravillosos ejemplos de fe, hemos invocado su patrocinio en ayuda de toda la Iglesia”. Es muy importante este  párrafo: el Papa solicita a favor de la Iglesia la intercesión de este gran santo, que vivió y murió por y para la Iglesia de Jesucristo.

Llamado a ser sacerdote

 Pedro Poveda Castroverde nació Linares (Jaén) el 3 diciembre del 1874 y fue bautizado en la Parroquia de Santa María  una semana después. Era el hijo mayor de don José Poveda Montes y de doña María Linarejos Castroverde, un matrimonio profundamente cristiano y que participaba mucho en el complejo ambiente local.
            Linares era un núcleo urbano importante, porque estaban en plena explotación sus minas de plomo que incluso atraían a emigrantes para trabajar en ellas, aunque tuvieran que vivir en condiciones muy duras, como por desgracia entonces sucedía en muchos lugares. También hubo quien acumuló grandes fortunas. Llena de contrastes, esta ciudad era un muestrario de todas las clases sociales, de los distintos partidos políticos del momento y de las tendencias culturales que se estaban dibujando o debatiendo en España.
            La familia Poveda pertenecía a una clase media culta, sensible a los problemas sociales, y con amigos entre los pobres y entre los ricos. Don José, el padre, era químico de una importante Sociedad minera y la madre se ocupaba de la numerosa familia, con cinco hijos varones.
            Pedro, que vivió su infancia en el amplio ambiente familiar, donde se integraban bien los abuelos, los tíos, los primos y demás parientes, manifestó pronto gran atracción por el sacerdocio. Él mismo cuenta su afición a las “misas” de niño, y nosotros podemos ver hoy los vestidos y ornamentos que cariñosamente le hacían las tías para celebrarlas. Sin embargo, aunque era muy buen cristiano, el padre no accedió inmediatamente a que cumpliera su deseo, porque prefería que consolidara bien esta vocación. Al fin, tras prolongada insistencia, le autorizó a que ingresara en el Seminario de Jaén cuando contaba quince años de edad, pero con la condición de que continuara a la vez los estudios de Bachillerato como, en efecto, ocurrió. Realizó este examen el 20 y 30 de septiembre de 1893. Pedro lo narraba después de este modo:

“Tuve que librar una batalla para que me dejaran ir al Seminario; mi padre se oponía porque tenía pensado que hiciera el grado de bachiller y creía que al ingresar en el Seminario dejaría el grado. No fue así, y el año que cursé en el Seminario el 6º, o sea, el 3º de Filosofía, terminé mi Bachillerato en el Instituto de Baeza con nota de sobresaliente en los dos ejercicios”.

            Prepararse para ser sacerdote, “fue la mayor alegría que pudieron darme. Yo soñaba con el Seminario y me pasaba la vida haciendo planes”, escribió también. En estos años de seminarista, que él recordó siempre con mucho cariño y gratitud, se esmeró en cumplir con sus obligaciones de estudiante y  en la caridad con los pobres. Fue elegido para comisiones y servicios, por considerarlo responsable y de gran confianza.
            Las dificultades económicas en que se vio la familia por la prolongada enfermedad reumática del padre, le obligaron a solicitar una beca, que le fue concedida en el Seminario de Guadix (Granada) por el nuevo Obispo de la diócesis, don Maximiliano Fernández del Rincón. Se trasladó allí en 1894. “Fui a Guadix con un entusiasmo loco ─decía después─ y con unos deseos de ser santo y de copiar de aquel varón insigne que mejores no podían ser”.
En Guadix terminó sus estudios a la vez que cumplía algunos servicios en la diócesis y el 17 de abril de 1897, Sábado Santo, fue ordenado sacerdote en la capilla del Obispado, donde también celebró su primera Misa solemne el día 21, Miércoles de Pascua. En adelante fueron estas las fechas personales que más recordó y celebró. En su agenda, al llegar estos días, aparecen expresiones como estas: “Aniversario”, “Bendito día”. Y solía repetir: “¡Señor! Que yo sea sacerdote siempre: en pensamientos, palabras y obras”.

            Permaneció en la diócesis de Guadix ejerciendo su ministerio de presbítero como Vicesecretario del Obispo y Secretario del Gobierno Eclesiástico, Profesor y Director espiritual del Seminario, Presidente de las Conferencias de San Vicente de Paúl y de la Obra de la Propagación de la Fe y, sobre todo, como persona de confianza del Obispo, que le encomendaba diversas misiones. También dedicó tiempo al estudio y en 1900 obtuvo en Sevilla el título de Licenciado en Teología. 

martes, 21 de mayo de 2024

Sinopsis de mis dos libros

 



Estamos inmersos en una historia religiosa un poco dislocada echando por tierra temas muy relevantes que de siempre a defendido la Santa Iglesia tales como los dogmas y ética desde dentro y fuera de la Iglesia ¿qué está pasando? ¿Por qué los mismos que a las primeras de cambio excomulgan no lo hacen con los que niegan los dogmas? Incluso se hacen los suecos.

Los laicos están, cada vez más, muy alejados de la Santa Misa y esto lo vemos muy claro en las comuniones, entierros, bodas… El sacerdote tiene que estar a cada momento diciendo que se levanten o se sienten ¿por qué está pasando esto? Y lo más grave es cuando llega la hora de la Sagrada Comunión.

Piden a gritos que se adapte más la Iglesia al mundo y esto es una locura ¿ha servido de algo la Misa en lengua vernácula y otros cambios que se hicieron? No ha servido de nada y el mismo Pablo VI dijo: «el humo de Satanás ha entrado en la Iglesia»

Se creía que después del Concilio «vendría un día soleado para la historia de la Iglesia. En cambio, ha llegado un día de nubes, de tormenta, de oscuridad, de investigación, de incertidumbre. Predicamos el ecumenismo y nos alejamos cada vez más de los demás. Intentamos cavar abismos en lugar de llenarlos».

Ha llegado un día de nubes, de tormenta, de oscuridad

Pablo VI

¿Y piden más cambios? No, por favor, no más cambios, bastante tenemos con los que se hicieron.

No se lo que pasará más adelante lo que sí tengo claro es que todos los que piden estos cambios son personas que no pisan la Iglesia para nada e incluso algunos de ellos se quedan en las puertas del Templo ante algún acontecimiento. Y también están los que no quieren para nada a la Iglesia y disfrutarían con que desapareciera.

Mis dos libros están encauzados hacia el cumplimento de los axiomas y el que no esté de acuerdo que no los adquiera, pero el que tenga una pizca de ganas de conocer más les aconsejo que los lea.

“Tiempos de conocer a la Madre de Dios” y “Verdad, Tradición…Dogmas de Jesucristo”, están hechos para personas con una cierta inquietud por saber algo más y descubrir en el mundo que nos encontramos. Un mundo un tanto enrevesado en el que la moda es estar lejos de Jesucristo y la Virgen María.

Tanto uno como el otro lo podéis adquirir en las librerías: Entre Libros y Orta. Yo también los tengo y para los que no sois de Linares deciros que los tienen en librerías online, solo tenéis que poner mi nombre o el de los libros y veréis que hasta Amazon lo tiene.

Como expuse esta mañana la próxima presentación será, Dm, este viernes 24 en la Parroquia de La Santa Cruz de aquí de Linares.