Nosotros y la
Cuaresma
La cuaresma es tiempo de espera,
de limosna y de preparación, nos hace recordar los cuarenta días que Jesús estuvo en el
desierto, después de ser bautizado por su primo san Juan Bautista. ¡Cuarenta días!
y nosotros solo hacemos la abstinencia de los viernes, miércoles de ceniza y
Viernes Santo de ayuno y no somos capaces de llevarlo a buen término. Él dio la
vida por nosotros y no somos capaces de hacer lo más mínimo siquiera por agradecimiento
y por Comunión con el Todopoderoso nuestro Redentor. Para algunos es demasiado
esfuerzo o es algo que está pasado de moda, como si el ser seguidor de Cristo
fuera cosa de modas ¿Qué ha pasado? ¿Por qué se ha olvidado a Jesús, a la Santísima
Trinidad? ¿Esto es lo progre? No lo entiendo como otras muchas cosas que pasan
y no llego a captarlas.
Algunos nos tratan de hipócritas,
a los seguidores de Cristo, y no les faltan razones; no puede ser que yo esté
predicando a los cuatro vientos que hay que vivir la cuaresma y luego me ponga
morado de buenos chuletones un Viernes Santo. No puede ser que yo critique a
las personas que hacen vida de matrimonio sin estar casadas por la Iglesia y yo
esté conviviendo con una mujer que no es mi esposa, no puede ser… Tenemos que
cundir con nuestros ejemplos, pues solo así se puede hacer Iglesia. Tenemos que
ser conscientes y consecuentes con lo que decimos. Me hace mucho daño a los oídos
cuando oigo este insulto hacia nosotros los cristianos pero es algo que nos
hemos ganado muy a pulso y así no hacemos Iglesia sino todo lo contrario, la
destruimos, la hacemos picadillo. Como el Hijo del Hombre dijo “quien esté
libre de pecado que tire la primera la piedra” La Iglesia está formada por pecadores,
sólo Jesús, que es la Cabeza de la Iglesia, no es pecador ¿Por qué criticamos a
los demás y luego hacemos lo que para nuestros ojos, hacia los demás, es
abominable? ¿Por qué vemos la paja en ojo ajeno y no vemos la viga en los
nuestros? ¿Por qué nos creemos los mejores y menospreciamos a los que no son
como nosotros? Ya está bien de tanto fariseísmo, de tanta hipocresía, de tanto egocentrismo,
de tanto estar vestidos con pieles de ovejas y por dentro ser lobos
sanguinarios… Ya está bien.
Cerramos las puertas a la nueva
generación, no le dejamos hablar ni dar su opinión y aburridos se marchan. Tenemos
que llamar a la juventud y tenemos que hacerlo no formando en la Misa un folclore,
pues la Misa es lo que es y no un escenario de títeres y actores o payasos;
tenemos que llamarlos con actividades que le llamen la atención. Hay muchos
jóvenes deseosos de ayudar a los demás, jóvenes de muy buen corazón que se van
a las ONG para brindar su granito de arena; esa es la juventud que nos tenemos
que ganar y la que hay que abrirles las puertas. Me da mucha pena cuando veo en
la Misa a personas de una media de sesenta años o más. Le estamos cerrando
nuestro corazón, las puertas y su salvación, ha esto no hay derecho, no estamos
obrando como Dios manda y luego bien que nos quejamos; ni comemos ni dejamos
comer.
Hermanos, Dios quiera que esta
Cuaresma nos revista, de verdad, de ese hombre nuevo que todos deseamos y demos
riendas sueltas, pero controladas, a todo tipo de personas ya sea por su edad,
raza o color de piel. Todos somos iguales ante los ojos de Dios, nadie es más
que nadie. Tenemos que revestirnos de humildad y solo así conseguir todo lo que
hemos perdido. La Iglesia no es de unos cuantos, es de todos y todos somos
Iglesia.