
Linar y Biatia, tradiciones y Semana Santa
Cuando
vemos las castañas en el súper decimos aquello de “ya está cerca el día de los
santos” y así es, recordando, posteriormente, que queda poco para la Navidad.
Cuando
empiezan a florecer los almendros, el jazmín, el cerezo( las aves también
tienen su protagonismo, por ejemplo: fue una golondrina, según la tradición, la
que le quitó las espinas a Jesucristo; fue en forma de paloma-según el
Evangelio- como descendió el Espíritu Santo al salir Nuestro Señor de las aguas
del Jordán después de ser bautizado por San Juan Bautista) anuncia también la
cuaresma esta ave zancuda y migratoria tan emblemática como son las cigüeñas
cuando las empezamos a ver sobre torres, campanarios… decimos aquello otro de
“la cuaresma la tenemos encima” y posteriormente la Semana Grande, Semana de
Pasión, Semana Santa.
La
cuaresma nos recuerda los cuarenta días que Jesús estuvo en el desierto en
ayunas y las tres tentaciones que tuvo por parte del Diablo. Esta, es tiempo de
reflexión, ayuno, limosna y conversión. Nos prepara para esos cuatro días
llenos de pasión, muerte y resurrección de la segunda persona de la Santísima
Trinidad. Aquí fue, en el desierto, donde se preparó con la oración y el ayuno
para los tres años de evangelización que tenía por delante llenos de: milagros,
enseñanzas, amor, entrega, institución de los Sacramentos, la oración del Padre
Nuestro y” tantas cosas que si hubiera que escribirlas, una por una, creo que
este mundo no podría contener los libros” (Juan 21, 25)… y todo esto sabiendo
lo que le esperaba, de la forma que lo iban a matar; es Dios, pero también, es
hombre y como Dios sabia la muerte que padecería ¡Todo un Dios que se hace
carne y habita entre nosotros! Y todo esto con la intervención de una mujer que
se dejó llevar por el Arcángel San Gabriel y dijo aquella frase de ¡hágase en
mí según tu palabra! No habrá en el mundo un SÍ más grande que ese.
Una muchacha joven que le rondaba un hombre cuyo nombre era José, ocupada en
las tareas de su casa y que sin pensarlo dos veces se dejó llevar por los
deseos de la Santísima Trinidad y que ya estaba elegida desde antes del
principio del mundo.
La
imagen de la Virgen es muy venerada en todas partes y no va a ser menos en
nuestro Linares, lo cual a mí me seduce de tal manera que se me ponen los pelos
de punta y más cuando en pleno trayecto salen esa voz, yo diría que del corazón
de quien las vitorean, tan bonita como ¡viva la Madre de Dios! Sí, Madre de
Dios y Madre mía, además de la Santa Iglesia.
Hay
muchas advocaciones pero una sola Virgen y todo lo que se escriba sobre ella es
muy poco; grandes literatos y pintores la han puesto en un peldaño muy difícil
de igualar; pero aun así me atrevo a plasmar estas letras de aquella mujer que
se dejó llevar para lo que Dios la llamó y con ese sí nos salvó a todos de la
gehena y dio toda su juventud y toda su vida por la salvación del mundo entero.
Todos los tronos y pasos son un esplendor en sus correspondientes procesiones;
aquí en Linares tenemos unos desfiles encantadores desde el Domingo de Ramos
hasta el Domingo de Resurrección, el Sábado de Gloria es el único día que no la
hay, y Nuestra Señora va con una majestuosidad incomparable. Como plasmaron los
escultores esas imágenes tan llenas de dolor y angustia con esos siete puñales
clavados en su corazón y su tez mirando hacia el cielo como diciendo ¿Dios mío
que ha pasado; tanto tenía que sufrir mi hijo; por qué lo tratan así, por qué
lo han matado? Pero bueno hágase Tú voluntad. Me imagino, Madre, que como desde
la visita del Arcángel hasta ese Viernes Santo te guardarías todo esto en tu
Inmaculado corazón.
No
entendías lo que estaba pasando pero NO ECHASTES A CORRER, en ningún momento,
sino que te quedaste allí, acompañando a tu Hijo en esos momentos de Gloria
sin saber ni comprender ciertas cosas, hasta que te enteraste de que lo andaban
buscando para matarlo; ahí empezarías a recordar lo que os dijo el anciano
Simeón y más concretamente lo que, mirándote a los ojos, te dijo “… y a ti,
María, una espada te traspasará el alma”. Por eso Señora y Madre Nuestra te
veneramos y te queremos tanto que en nuestros pesares y angustias acudimos a ti
para contarte nuestras penas y que intercedas ante Dios Todopoderoso. También
subimos al Santuario para darte gracias por todo lo que nos estás dando, por
todo lo que recibimos con tus intercesiones y que no es poco; subimos para
refugiarnos como Madre Nuestra que eres y lloramos unas veces y otras vamos
llenos de alegría. Madre mía ¡Qué grande Eres! No nos dejes jamás, no nos
abandones aunque pequemos gravemente; recuerda que eres nuestra Madre.
El
Domingo de Ramos todo el mundo lo acompañaba aclamándole ¡Hosanna al Hijo de
David! Y como cambió la imagen de casi todos ellos el Viernes Santo. Es aquí
donde nos centramos, en esta Semana cuyo culmen es el Domingo de Resurrección.
Yo
me he criado en un hogar cristiano lleno de símbolos e imágenes, mi madre hacia
esas magdalenas, tan ricas, el arroz con leche, las natillas, las tortas,
bizcochos, los hornazos y demás viandas típicas de esta Semana. Se metía en la
cocina el martes y miércoles Santo para hacer la comida del Jueves y Viernes
Santo. No nos perdíamos ningún paso de las procesiones. Recuerdo esos Viernes
Santos donde todo el mundo iba muy arreglado, muy elegantes los hombres con sus
trajes y muy guapas las mujeres con sus vestidos recién comprados o con el
hábito del Nazareno. Mis hermanos y yo también estrenábamos ropa haciendo honor
a esa frase que se decía “Domingo de Ramos el que no estrena se les cae los
pies y las manos” eran tiempos muy bonitos y que hoy por hoy me llenan de
nostalgia, pero aún así, acojo estos tiempos
con mucha alegría ya que es una época, llevamos varios años, en la que los
costaleros hacen tales maravillas que a todos nos dejan deslumbrados.
Desde
pequeños se ve la inclinación, lo que nos atrae y cautiva, y, estos ocho días
son el delirio y goce, también, de los más peques y lo muestran haciendo sus
pequeños tronos con alguna imagen y portándolo a hombros por sus calles
haciendo la música del tambor con la boca.
Estos
días se ponen las calles de Linares abarrotadas de personas de todas partes
viniendo turistas de distintos puntos de la geografía, y no solo de España,
haciendo acto de presencia linarenses que tuvieron que emigrar en busca de trabajo.
Incluso los hay tan cofrades que hacen cientos de kilómetros todas las semanas
de ensayo o bien de las distintas bandas procesionales o de costaleros; por
cierto ¿cómo será el gusanillo o duende que tiene todo lo relacionado con
nuestras procesiones? es digno de admirar y es aquí donde resalta una figura
tan enigmática como es el costalero. Estos cada año se esmeran más y todos
unidos, bajo las órdenes del capataz, hacen auténticas delicias en esas
levantás y posterior baile del trono haciendo de cada chicotá un deleite con
mucho arte, arte que se refleja hasta en la bajada, unos con la Virgen y otros
con el Cristo u otros pasos. Esas bambalinas de un lado para otro a un ritmo
celestial, es que te quedas boquiabierto por esa sintonía acompañado por el ritmo
de los varales y el palio, todo al mismo tiempo oyendo los pasos cortos de
estas personas que si por ellas fueran en el momento de a “pulso” lo llevaría
hasta el cielo y no les importaría ir volando enganchados a la trabajadera.
Los
costaleros van dentro y nadie ve lo que hacen; van al ritmo que les marca su
capataz, y que previamente han ensayado, ofreciendo sus penares a nuestro Señor
Jesucristo. Algunos de ellos van con el corazón roto por la pérdida de algún
ser querido y
más si va de patero en la parte de atrás donde en la soledad echan sus lágrimas
acordándose de su ser querido e inolvidable, ser por el que ardió su corazón
para portear la Virgen o el Cristo; ofreciendo sus esfuerzos y cansancio al
Señor por esta alma que se le ha ido y por la salud de algún familiar o amigo
enfermo. También en acción de Gracias.
No
tengo por menos que dedicarles estas palabras, que aunque no son mías, mías las
hago:
Costalero
ve tranquilo,
deja
que arrastren tus pasos
y
que suenen escondidos,
que
es tu pisar solitario
el
mejor de los sonidos.
Algo
que también, de siempre, me ha atraído la atención ha sido esos penitentes
descalzos acompañando al paso y a veces con las inclemencias del tiempo por el
frío o porque ha estado o está lloviendo y como que casi nadie ha caído enfermo
ni se ha cortado, es asombroso, y, además, con la devoción que lo hacen por
alguna promesa o acción de Gracias.
Yo
no soy cofrade pero sí católico practicante y las procesiones las veo como una
catequesis en todos y cada uno de los pasos, desde la Borriquilla hasta la
Resurrección. Todos los años salgo acompañando, junto con mi esposa, al Vía
Crucis de la Penitencia, así estén cayendo chuzos de punta, aunque nunca he
salido con una cruz a cuestas ni descalzo.
Me
voy a centrar en una historia que sucedió hace ya muchos años, un Viernes
Santo, en la puerta de la Iglesia de San Francisco, esperando que saliera el
Cristo de la Expiración con un sol radiante, tanto que las Potencias del Cristo
relucían de un cegado irradiar que hacía mirar hacia otro lado. Todo esto
engendraba una tarde llena de esplendor, de luz y colorido, en la que había una
familia, matrimonio y tres hijos; y la esposa, con el chico entre sus brazos,
vestida con un talar del Nazareno ceñido por un cíngulo color amarillo, dirigiendo
la palabra a su marido le dice: mira nene allí está tu hermana, en la otra
esquina tu hermano y enfrente tu otro hermano. El esposo se hablaba con todos
los hermanos pero entre ellos habían dejado de tener relaciones por la
herencia, pues todos querían el colchón de lana de los abuelos. La madre con
sus ojos fijos en Cristo le dijo “Señor, que se junten los hermanos” empezando
a orar se les deslizaban unas lágrimas por las mejillas a la vez que se le veía
musitar. La pasión de esta mujer cristiana, aparte de la Semana Santa, era su
Virgen de la Macarena, Cristo de los Gitanos (dado que estuvo algunos años en
Sevilla), nuestro Nazareno, Nuestra Señora del Carmen y Nuestra Señora Coronada
Virgen de Linarejos. Era católica practicante, para ella la cuaresma y Semana
Santa eran sagrados haciendo una mayor relevancia en el Triduo Pascual,
llevando con mucho rigor y dulzura esos días de ayuno y abstinencia. Hablaba
sobre la figura del costalero en las procesiones de la capital hispalense, algo
que llegaría a Linares muchos años después y de cómo bailaban a la Virgen y la
devoción y pasión que tenían, y siguen teniendo, en esta Ciudad tan emblemática
y religiosa.
Ya
con la Procesión en la calle y al retroceder para que desfilara el paso, fue
cuando, y por arte del Espíritu Santo, empezaron a juntarse los hermanos, los
primos y demás familia, llevando a pleno gozo la satisfacción de que volvieran
a estar juntos y más en ese
día tan hermoso y triste a la vez. La madre volvió la vista al Cristo, y con
los ojos brillosos y llenos de alegría, le dijo ¡muchas gracias Señor mío!
Después de ver ordenada la procesión se fueron todos a celebrar el tan magno
reencuentro.
A
la vuelta de la calle San Francisco y esquina a la calle pontón había un bar
que se conocía como el bar del alicates y allí entraron a beber, a todo esto la
madre llena de alegría, eso sí, no probó bocado en todo momento. Dijeron de
irse a un lugar para celebrarlo más en familia y desde este bar, cargados con
cervezas, vino, refrescos y demás, emprendieron el camino hacia ese lugar. Todo
era alegría, alborozo y buen rollo celebrándolo por todo lo alto y dándose
cuenta de que habían cometido una gran torpeza por tan insignificante motivo ya
que por encima de todo eran hermanos y nada ni nadie merecía la pena por la que
estar separados y sin hablarse y mucho menos por un puñado de colchón de lana
¡vaya imagen que le hemos dado a nuestros padres! Dijo uno de ellos. Hasta aquí
todo muy bien y sobre ruedas. Pero llegó un momento en el que uno de los
hermanos tomó una gallina para matarla y comer. La madre cuando vio semejante
estampa exclamó ¡cuñado, por favor, no hagas eso, fíjate que día es hoy! Y el
cuñado no haciendo caso y diciendo que no pasaba nada, sacrificó al animal. La
madre asió a sus tres hijos, el chico con cinco meses, y salió de allí
diciendo ¡no quiero que mis hijos vean esto en un Viernes Santo!
Se
están perdiendo muchas tradiciones y, algo que también es muy grave, las leyes
de la Santa Madre iglesia, amén de la Misa dominical.
Hubo
de todo en los tiempos pasados, como en hoy día, pero también había mucho miedo
y “hago esto por el que dirán” y cosas parecidas; prefiero estos tiempos en los que
cada uno es muy libre de hacer lo que le plazca. Dios quiere que todos nos
salvemos pero también nos hizo libres para escoger el camino que deseemos.
Rompamos
una lanza en favor de las tradiciones y buenas costumbres ya que es aquí donde
residen nuestras raíces, de dónde venimos, y nos identifican.
Rompamos
otra en favor del costalero, hay alguna cofradía que no tiene costaleros para
sacar sus pasos y eso que hay costaleros que portan en dos o más cofradías. No
demos lugar a que se quede ninguna procesión sin salir por falta de hombros que
porten sus pasos.