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Clemente IX |
238º
Papa.- Clemente IX, durante su pontificado medió entre Francia,
España, Inglaterra y Holanda, consiguiendo que se firmase la Paz de Aquisgrán,
llamada en su honor Clementina, y que supuso una cierta reconciliación entre el
papado y Francia, en la que suspendió la persecución de los Jansenistas.
Dedicaba dos días a la semana a
confesar a cuantos lo deseasen en la Iglesia de san Pedro, visitaba con
frecuencia los hospitales y empleaba los recursos del papado en atender a los
desamparados.
Declaró beata a santa Rosa de
Lima- Isabel Flores de Oliva-, y canonizó a la italiana santa María Magdalena y
al español san Pedro de Alcántara.
239º
Papa.- Clemente X, celebró el XV Jubileo (1675), canonizó a san
Francisco de Borja y a Santa Rosa de Lima, ambos en 1671, y beatificó, en 1675,
a san Juan de la Cruz.
240º
Papa.- Beato Inocencio XI, celoso defensor de la moral, tanto en el
clero como en los fieles, insistió en que la Iglesia debía dar ejemplo de vida
a los fieles, reformó los monasterios de Roma, impuso estrictas ordenanzas
sobre la vestimenta de las mujeres, terminó con la creciente pasión por el
juego que imperaba en Roma suprimiendo las casas de juego y alentó la comunión
diaria.
Condenó las setenta y cinco
proposiciones conocidas como propositiones laxorum moralistarum y prohibió que
se enseñaren, bajo pena de excomunión, por considerar que relejaban la moral
del clero; y, pese a su inclinación hacia la tesis de Miguel Molinos, se vio
obligado a refrendar la condena que la Inquisición hizo de su Guía espiritual.
El beato Inocencio XI murió el
12 de agosto del 1689; el proceso de su beatificación fue introducido por
Benedicto XIV y continuado con Clemente XII, pero los cardenales franceses le
acosaron de jansenismo y lograron que no se anunciase hasta 1956, en que lo
hizo Pio XII.
Apuntes
de interés:
Miguel Molinos
(1628-1696) fue un sacerdote español que, en 1675, publicó Guía espiritual,
obra en la que defendía una reforma radical de misticismo, el quietismo, basado
en la creencia de que la perfección reside en la pasividad y sometimiento
absolutos a la voluntad de Dios, por lo que todas las acciones, tanto las
buenas como las malas, son obstáculos a esa voluntad. Pese a que el papa
Inocencio XI se mostró inclinado a participar de su doctrina, los jesuitas
acusaron a Molinos de herejía a la Inquisición. Condenada su doctrina, Miguel
Molinos se retractó de ellas bajo juramento, pero fue sentenciado a cadena
perpetua. Falleció en una prisión romana el veintiuno de diciembre del 1696.
241º
Papa.- Alejandro VIII, lucho contra el jansenismo y el quietismo, y
condenó la tesis jesuítica, según la cual una persona que no conoce a Dios no
puede cometer nunca pecado mortal.
En 1690 canonizó a san Pascual
Bailón y a san Juan de Dios.
242º
Papa.-Inocencio XII, a poco de iniciar su pontificado publicó la
bula Romanum decret Pontificem, jurada y firmada por todos los cardenales, en
la que decretaba que, en el futuro, el Papa no podía otorgar el cardenalato a
más de un familiar y prohibía de forma explícita recompensar de cualquier forma
a los parientes del pontífice.
Llamaba sobrinos a los pobres,
con quienes fue extremadamente caritativo.
243º
Papa.- Clemente XI, su mayor preocupación espiritual fue el
jansenismo, un vigoroso movimiento reformista católico romano. Clemente XI
publicó dos bulas contra dicha doctrina y condenó también el sincretismo que
corrompía el cristianismo con los ritos malabares y chinos que autorizaban el
culto a los antepasados y a Confucio, aunque permitió que los jesuitas
presentes en India o China respetasen el uso por los cristianos de aquellos
lugares de algunos de sus ritos y tradiciones ancestrales. Desde entonces, los
emperadores chinos se mostraron menos favorables al cristianismo.
Proclamó que la festividad de la
Concepción de la Santísima Virgen María fuese una fiesta de precepto y canonizó
a los santos: Pio V, Andrés Avelino, Félix de Cantalicio y Catalina de Bolonia.
244º
Papa.- Inocencio XIII, a pesar de haber estudiado con los jesuitas,
fue el primer Papa en tomar una actitud contraria a dicha orden, anticipando
las persecuciones a que se vería sometida años más tarde, y en la disputa que
sostenían jesuitas y dominicos sobre el mantenimiento de los ritos tradicionales
en China se alió con estos últimos: los enemigos de los jesuitas. Y como su
predecesor, condenó el jansenismo.
Apuntes
de interés:
El jansenismo fue
un movimiento de reforma religiosa dentro de la Iglesia católica;
especialmente, en la Francia de los siglos XVII y XVIII. Toma el nombre del
teólogo flamenco y obispo de Ypres, Jansenio, y las ideas de su tratado
Augustinus, publicado en 1640. Tomando pie en san Agustín, Jansenio defendía la
doctrina de la predestinación, que los individuos están destinados por Dios a
ser salvados o condenados, y que son incapaces de hacer el bien sin la ayuda de
la gracia divina. Una doctrina emparentada con el calvinismo que tuvo en los
jesuitas sus poderosos rivales.
245º
Papa.- Benedicto XIII, formó parte de un grupo- los Zelanti- que se
había puesto de acuerdo en no dejarse mover por ninguna consideración mundana
al emitir su voto en el cónclave.
Para reforzar la disciplina
eclesiástica, se negó a vivir en el palacio del Vaticano y se hizo construir
una modesta celda en una casa apartada; ordenó la forma de vestir de los
eclesiásticos y pidió a los cardenales que renunciasen a todo lujo, y cuando
actuó como gran penitenciario durante el XVII Año Santo, de 1725, consideró la
posibilidad de volver a establecer las penitencias públicas para ciertos
pecados. Vivió como un monje y el ejemplo de su vida hizo que su madre, su
hermana y dos de sus sobrinas se hiciesen religiosas de la Orden Tercera de
Santo Domingo.
Luchó enérgicamente en contra
del jansenismo, que todavía agitaba las almas en Francia, y canonizó a san Juan
de la Cruz, san Luis Gonzaga (modelo de su juventud), san Juan Nepomuceno, san
Gregorio VII y san Estanislao de Kostka.
246º
Papa.- Clemente XII, autorizó y puso en funcionamiento nuevamente la
lotería pública, que su antecesor había prohibido; esa lotería aportaba a las
arcas de la Iglesia una suma anual de cerca de medio millón de escudos.
Fue el primer Papa que, en 1738,
condenó a los francmasones con la bula In eminenti, y buscó la unión con las
Iglesias ortodoxas separadas, fundando el colegio Corsini en el que se educaba
a estudiantes griegos. Gracias a sus esfuerzos, diez mil cristianos coptos, en
su mayoría egipcios, se reintegraron en el seno de la Iglesia católica, y el
patriarca de Armenia levantó el anatema que había lanzado contra el Concilio de
Calcedonia y san León.
Consiguió la libertad e
independencia para la República de san Marino.
Apuntes
de interés:
La francmasonería adopta el principio de fraternidad entre sus miembros
y se ha significado, externamente, por la profusión de símbolos identificativos
de un contenido sólo reconocible por los iniciados. Se rige por principios
racionalistas- la promesa de paz, justicia y caridad- y se estructura en
pequeños grupos denominados logias, lo que determinó su condición de sociedad
secreta.
247º
Papa.- Benedicto XIV, modificó y fijó las normas que aún rigen para
la beatificación y la canonización, y promulgó leyes sobre las misiones en las
bulas Ex quo singulari y Omnium solicitudinum, denunciando y prohibiendo el
sincretismo del cristianismo con las culturas nativas que permitían e incluso
favorecían los jesuitas en sus misiones en China y América. Esas bulas, que
dificultaron gravemente el trabajo de los misioneros en esos países, fueron muy
contestadas en la época y dieron origen a que muchos conversos retornasen a sus
antiguas prácticas religiosas abandonando el catolicismo.
Propagó la devoción del vía
crucis; celebró, en 1750, el XVIII Año Santo, y reconoció dos nuevas órdenes
religiosas: los pasionistas y los redentoristas.
Renovó las prohibiciones de
Clemente XII contra los masones y, aunque muy pocos gobiernos consideraban que
la supresión de esta sociedad demandara una acción decisiva por su parte,
consiguió que en España, Nápoles y Milán se aprobaran leyes contra ella.
Benedicto XIV, el Papa más culto
e inteligente de su siglo, mantuvo correspondencia con Voltaire, quien llegó a
afirmar que el sumo pontífice aprobaba sus ideas, por lo que Benedicto XIV se
vio obligado a condenar sus obras públicamente.
Apuntes de interés:
La Iglesia maronita es una comunidad cristiana, compuesta por cerca de
millón y medio de creyentes, que acatan la autoridad del Papa y tiene su mayor
fuerza en Líbano, aunque haya grupos maronitas en Chipre, Palestina, Siria y
Estados Unidos. Entre los siglos VII y XII, los maronitas adoptaron las
creencias del monotelismo, un movimiento herético, pero en el siglo XII
acataron nuevamente la autoridad de la Iglesia Católica. Dirige la comunidad el
patriarca de Antioquía, que tiene su sede central en Líbano; su lengua
litúrgica es el sirio, y sus clérigos no tienen obligación de celibato.
248º
Papa.- Clemente XIII, aprobó el culto al Sagrado Corazón de Jesús,
promovido por los jesuitas.
En su pontificado hubo de
enfrentarse al hecho de que Voltaire y los enciclopedistas dominaban la
intelectualidad europea y, aunque no claramente, mostraban ser enemigos del
cristianismo y, sobre todo, de los jesuitas: <<Cuando destruyamos a los
jesuitas, nuestro trabajo será más fácil>>, escribió Voltaire, quien se
esforzó en persuadir a los gobernantes europeos de que los jesuitas era el
primer obstáculo para lograr la paz en sus reinos y el triunfo del iluminismo y
el conjunto de la ilustración, estando en la base de la eliminación de muchos
derechos de la Iglesia en esos reinos.
Tanto José I de Portugal, como
en Francia, en el Parlamento dominado por los jesuitas apoyados en esta ocasión
por galicanismo e iluministas, como en España, Carlos III, como en Nápoles y
Roma, regidos por miembros de la familia de Carlos III, todos ellos expulsaron
a los jesuitas de sus territorios a pesar de la súplica del papa Clemente XIII.
Parma había formado parte durante siglos de los territorios papales y Clemente
XIII condenó el acto, por lo que todos los países gobernado por los Borbones
amenazaron al sumo pontífice con adueñarse de los territorios de la Iglesia. En
Francia se ocupó Aviñón; el reino de Dos Sicilias y España se apoderaron de
Benevento y Ponte Corvo, y, cuando los embajadores de Francia, España y Nápoles
presentaron cartas al Papa exigiéndole que suprimiese la Compañía de Jesús, el
sumo pontífice sufrió un infarto de miocardio que le causó la muerte el 2 de
febrero del 1769.
249º
Papa.- Clemente XIV, fue educado por los jesuitas, era fraile
franciscano, con fama de gran predicador.
El propio cardenal Ganganelli-
Clemente XIV- dijo a sus compañeros antes de lo que resultó ser la última
elección de aquel cónclave: <<…
corresponde al sumo pontífice el derecho de aniquilar, en buena conciencia, a
la Compañía de Jesús, en base a las leyes canónicas, y es deseable que el Papa
haga uso de su poder para satisfacer los deseos de las coronas>>.
Con todo, inició su pontificado
sin tomar medidas contra los jesuitas. El embajador de Francia entregó al Papa
un requerimiento en nombre de los tres monarcas Borbones para que disolviese la
Compañía de Jesús. El Papa firmó el decreto- pero no la bula- de supresión de
la Compañía de Jesús y encarceló de por vida a su general y otros jesuitas.
El rey Federico de Prusia y la zarina
Catalina II de Rusia, tomaron a los jesuitas bajo su protección permitiéndoles
trabajar como educadores en sus países hasta que fueron restaurados
completamente en 1804, aunque Federico de Prusia, ante la amenaza de los
Borbones, publicó el decreto de su expulsión pero permitió que los jesuitas
mantuviesen sus colegios y la Universidad de Breslavia como sacerdotes
seculares y sin admitir más novicios en la Compañía. Por el contrario, la
zarina dio instrucciones a los obispos de Rusia que ignorasen el mandato de
supresión y ordenasen a los jesuitas que prosiguiesen en su trabajo.
Clemente XIV murió el 22 de
septiembre de 1774 y, como el cuerpo sufrió una rápida descomposición, los
enemigos de los jesuitas afirmaron que había muerto envenenado por éstos,
aunque la autopsia probó que sólo se trataba de una calumnia.
250º
Papa.- Pio VI, nunca revocó el decreto de redisolución dictado
contra la Compañía de Jesús por su predecesor, pero mandó que se liberara al
general de los jesuitas, Ricci, que se hallaba prisionero en el castillo de san
Ángelo, en Roma; su orden de liberación llegó después de que Ricci hubiera
muerto en prisión. También, a petición de Federico II, permitió a los jesuitas
conservar sus escuelas en Prusia y por un acuerdo secreto con la zarina
Catalina II la Grande, consintió su continuidad en Rusia.
251º
Papa.- Pio VII, reorganizó la congregación Propaganda Fide, condenó
las sociedades bíblicas y restableció, en 1814, los derechos de la Compañía de
Jesús.
252º
Papa.- León XII, durante su pontificado afloraron activas
fraternidades políticas que, como las de los carbonarios y los güelfos,
planearon la caída de quienes consideraban tiranos, ayudados por la masonería.
Para oponerse a estos
movimientos anticatólicos se constituyó en Roma el Colegio de Propaganda, se
permitió el regreso de los jesuitas y las misiones eran muy activas en todos
los continentes.
Apuntes
de interés:
Los carbonarios fueron los miembros de una sociedad secreta creada en
Nápoles a principios del siglo XIX y que se extendió a Francia, España y
Portugal. A imitación de los masones, se organizaban en logias de estructuras
paralelas- civil y militar-, solían pertenecer a las clases media y alta, y
reclamaban la libertad política y un régimen constitucional.
253º
Papa.- Pio VIII, publicó una bula en la cual establecía que los
matrimonios mixtos, entre católicos y no católicos, sólo serían válidos cuando
se acordara que los hijos serian educados en la fe católica, y una encíclica,
Traditi humiliati, en la que condenó el indiferentismo religioso, el jansenismo
y las sociedades secretas.
Creó el correo vaticano y dio
validez a los decretos emanados del Concilio de Baltimore, de octubre de 1829,
que fue la primera reunión formal de obispos celebrada en Estados Unidos.
254º
Papa.- Gregorio XVI (1831-1846)
255º
Papa.- Beato Pio IX, el 26 de junio de 1846, el cardenal Mastai,
propuesto por los cardenales de espíritu más liberal, recibió tres votos más de
los requeridos, aceptó la elección y tomó el nombre de Pio IX. Su elección
suscitó esperanzas en los ambientes liberales dentro del catolicismo,
especialmente cuando promulgó una amnistía para los prisioneros políticos e
inició algunas reformas en la gobernación del Estado Pontificio; esas
esperanzas se vieron satisfechas los dos primeros años de pontificado, en los
que se ganó la fama de Papa liberal, patriótico y reformador frente a la
actitud rígida de Gregorio XVI, pese a lo cual sus concesiones no parecieron
suficientemente avanzadas a ojos de los revolucionarios; las revueltas que
ellos provocaron forzaron a Pio IX a prometer y después crear un ministerio
laico, ya que el Papa fue acusado de traidor a la patria y retenido en el
Quirinal por la multitud, y su primer ministro fue asesinado.
En medio de estos golpes de
timón, durante el pontificado de Pio IX la Iglesia fue perdiendo todas sus
posesiones temporales al tiempo que Italia nacía como nación independiente.
Consciente de que el liberalismo
se había convertido en el gran peligro filosófico contra el catolicismo, Pio IX
condenó muchas de sus proposiciones y especificó las que caían en el panteísmo,
el naturalismo, el racionalismo, el indiferentismo, el socialismo, el
comunismo, la francmasonería y varias formas de liberalismo religioso.
El 8 de diciembre de 1854, ante
más de doscientos obispos, proclamó el dogma de
la Inmaculada Concepción de la Virgen María; tras promover la devoción
al Sagrado Corazón de Jesús, el 23 de septiembre de 1856 decretó su festividad
en toda la Iglesia Católica, y en 1875 le consagró todo el mundo católico. En
este mismo orden litúrgico hizo importantes regulaciones litúrgicas y reformas
monásticas, y un número sin precedentes de beatificaciones y canonizaciones.
Con fecha 29 de junio de 1869
publicó la Bula Aeterni Patris
convocando el Concilio Vaticano I, en el que se decretó como dogma la
<<infalibilidad pontificia>>.
Su pontificado duró treinta y un años, siete meses y diecisiete días,
solo superado por san Pedro. Su proceso de beatificación fue iniciado en 1907
por san Pio X y concluido por Juan Pablo II en el año 2000.
Apuntes
de interés:
El Concilio Vaticano I fue convocado por Pio IX y se reunió noventa y
tres veces en la basílica de san Pedro de Roma, entre el 8 de diciembre de 1869
y el 1 de septiembre de 1870. A él asistieron ochocientos obispos, la mitad de
ellos representando diócesis europeas y muchos otros como miembros de misiones
europeas en el exterior. Aunque fue un concilio interno de la Iglesia católica,
se invitó a Roma a representantes de las Iglesias ortodoxa y protestantes. Todos
los debates fueron presididos y dirigidos por cardenales nombrados por el Papa
y entre los temas discutidos, aunque no se tomaron resoluciones sobre ellos, se
encontraban la adopción de un catecismo universal y nuevas normas de disciplina
sacerdotal.
En el Concilio Vaticano I se promulgaron dos importantes
constituciones: Dei Filius (24 de abril de 1870), que exponía la doctrina
católica romana sobre fe y razón, y Pastor Aeternus (18 de julio de 1870),
donde se afirmaba como principio esencial de la doctrina católica romana que el
Papa tiene primicia jurisdiccional sobre toda la Iglesia y que, en condiciones
particulares, Dios le otorga la infalibilidad en materia de fe y moral.
La encíclica Rerum Novarum, en la que el
papa León XIII abordaba la cuestión obrera, proponía una solución
cristiana tan alejada del liberalismo capitalista como del socialismo
revolucionario, y fue el origen de la ideología política denominada democracia
cristiana. En ella, reafirmando el derecho natural a la propiedad, el Papa
acentuaba que esa propiedad no podía olvidar su función social y hacía responsable al Estado de la tutela tanto del
bien público como del privado, aunque le asignaba una función complementaria de
la iniciativa privada. La encíclica, que condenaba el materialismo y la lucha de clases,
señalaba, sin embargo, que los trabajadores tienen derecho a un salario justo y
a constituirse en asociaciones libres y propias.
256º
Papa.- León XIII (1878-1903)