Sueños de un niño en Navidad
Estaba Aarón jugando en la plaza de su
calle, era una calle muy especial pues todos los vecinos tenían las puertas de
sus casas abiertas y la del niño no iba a ser menos, pues bien, le entró sed y
pasó a su casa en la que estaban sus padres en el salón hablando sobre el
hambre que hay en el mundo, y que había muchos pequeños que morían porque no
tenían que echar a su boca; Aarón se quedó muy serio, y sus padres, cuando lo
vieron, callaron y se quedaron quietos mirando a los ojos del pequeño, éste
salió corriendo y se abrazó a ellos con lágrimas en sus pupilas; su padre le
pregunta ¿por qué lloras hijo?. ¿Es cierto, le respondió, que hay niños que
mueren de hambre? Su padre fijó la mirada en él, mientras su madre le dio un
abrazo y le dijo: Aarón eres muy pequeño, solo tienes ocho años y mañana es
Navidad, deberías de estar alegre por ello y recuerda que siempre antes de
entrar a una habitación hay que llamar. El peque los miraba a los dos y
sollozando les volvió a preguntar ¿por qué hay niños que mueren de hambre? Los
cogieron, cada de un brazo, y con mucha ternura le dijeron: no todo el mundo
tiene todas las necesidades al alcance de sus manos y hay lugares en los que no
tienen ni para comer, pero hijo eso nosotros no lo podemos arreglar, es el
mundo que está muy desordenado y unos pocos tienen mucho y otros… Aarón,
llorando, les dijo: no es justo ¿Qué culpa tienen ellos? No lo entiendo; yo soy
muy feliz con mi hermanita, con vosotros y los abuelos en casa, lo tengo todo y
mañana, como todos los años, sobrará mucha comida, podemos llevarles nosotros
la comida a esas personas; no había terminado de hablar cuando llegaron sus
abuelos con unos regalos y algo de comida para esa Noche tan maravillosa “hola,
gritaron los abuelos, ya estamos aquí”, Aarón se quedó paralizado y mirándolos
con alegría y tristeza a la vez, el abuelo se dio cuenta de que algo le pasaba
y acercándose le dio un beso en la frente y le preguntó ¿Qué le pasa a mi niño?
El crío mirándolo a los ojos no sabía que decir y se abrazó a la cintura de su
abuelo, acariciando el abuelo las mejillas de Aarón con sus manos se quedó fijo
en la mirada del niño y le dijo ¿Qué te ocurre mi niño? Los padres por quitarle
importancia les contestaron por él y les dijo: nada que está hoy un poco
triste, pero es cosa de niños.
Todos se pusieron a preparar la mesa, pues
ya era de noche y que ¡Noche! Empezaron a llegar los primos y tíos de Aarón y a
este se le fue yendo, poco a poco, la tristeza pero en su corazón y en su mente
estaban esos niños que sus padres le habían dicho.
La Noche pasó alegremente en familia con
risas y buenos modales deseándose todos la feliz Noche y feliz Navidad. Aarón
ya no podía más y se quedó dormido como un angelito, su padre lo cogió en
brazos y lo llevó a la cama.
Al día siguiente, o sea Navidad, se
levantó Aarón muy temprano y se encaminó hacia la cocina, allí estaba su abuelo
tomando una rica taza de café y dejándola sobre la mesa abrió sus brazos y con
alegría dijo ¡buenos días mi niño! Y se fundieron en un abrazo y un beso, el
abuelo tomándolo lo sentó en su pierna y le preguntó ¿Qué te pasaba ayer tarde?
Te vi triste y eso me aflige; Aarón, con una sonrisa en su semblante, le
contestó: nada que estaba en la calle y me entró ganas de beber agua y al
entrar oí a mis papás que decían lo mal que estaba el mundo y que había niños
que morían de hambre, pero ¿sabes qué abuelito? Anoche tuve un sueño muy bonito
en el que me vi asistiendo a todos los niños y personas mayores, dándome cuenta
que de mayor puedo hacer algo por los más necesitados. El abuelo, con una
sonrisa en sus mejillas, muy orgulloso de su nieto le dijo: esas personas que
ayudan y dan comer, además de educarlos y guiarlos en la sabiduría, se llaman
misioneros que los hay tanto sacerdotes como laicos pero en mayor cantidad
sacerdotes de la Iglesia Católica que además le suministran del alimento más
necesario que es la Comunión, pues Esta alimenta el alma; hay dos grupos de
voluntarios, que no son ONG, que se dedican a esto y que son: Manos Unidas y
Cáritas. Todos podemos agregar nuestro granito de arena para que se haga esa
montaña que tanto necesita este mundo en el que vivimos.
Aarón, con su sonrisa tan peculiar de
niño, le comenta: ya se lo que voy a ser de mayor “Misionero sacerdotal” y así
suministro por todo el mundo los dos alimentos más importantes y necesarios
para todo ser humano y se cobijó en el pecho del abuelo.