142º
Papa.- Sergio IV, reconoció la orden de los Camaldulenses de san
Romualdo.
143º
Papa.- Benedicto VIII, preocupado por los vicios que corrompía al
clero y la práctica de la simonía, que se había hecho común, convocó, con el
apoyo del emperador Enrique II, un sínodo en Pavía, en 1022, en el que se
decretaron severas condenas contra los sacerdotes que practicaban la simonía y
los que no respetaban el celibato sacerdotal.
Incorporó el credo de Nicea a la
misa, y, teniendo en cuenta las reformas que patrocinó, aparece hoy como un
claro precursor de Gregorio VII.
144º
Papa.- Juan XIX (1024-1032)
145º
Papa.- Benedicto IX, primer periodo, sobrino de Benedicto
VIII y de Juan XIX. Tenía entre 12 y 15 años cuando fue nombrado Papa, por
imposición de su padre, Alberico.
Ocupó el trono pontificio por
tres veces: de 1032 a 1044, en 1045 y de 1047 al 1048.
Fue un Papa al que habría que
olvidar pues suscitó la pornocracia y los cronistas de su tiempo decían que era
increíble poner tantas bajezas como había cometido junto con tanto que no tenía
de Papa.
El escudo pontificio, con las
llaves de Pedro, fue creado bajo su pontificado. Quedó entre las costumbres del
papado la tradición de que cada Papa elija su propio escudo, sus propios
blasones.
Ante tan mal Papa, Dios obsequió
al mundo con una generación llena de santos, como: san Esteban de Hungría, san
Eduardo, san Enrique etc.
146º
Papa.- Silvestre III (1045)
147º
Papa.- Benedicto IX segundo periodo (1045)
148º
Papa.- Gregorio VI, se valió de lo que estaba de moda en su época-
comprar el sillón pontificio por 1500 libras de oro a su primo y ahijado
Benedicto IX-, para hacer el bien y sustituir a todo aquel que no era digno del
papado y apartarlo de él.
149º
Papa.- Clemente II, cumplió en parte las esperanzas de san Pedro
Damiano, ya que, con el apoyo del emperador Enrique III, trató de reformar la
vida del clero y poner fin a la simonía, convocando un concilio que la condenó,
y preocupado por el poder alcanzado por los obispos- condes, procuró limitarlo,
venciendo la resistencia del obispo- conde Ariberto de Milán.
150º
Papa.- Benedicto IX, tercer periodo, siguiendo el consejo de
san Bartolomeo y, arrepentido de su agitada vida, renunció al pontificado y se
hizo monje de san Basilio, en Grottaferrata (Roma), donde murió en diciembre de
1055 y está enterrado.
151º
Papa.- Dámaso II (1048)
152º
Papa.- San León IX, entró descalzo en la ciudad en señal de
humildad.
Supo iniciar la reforma de la
Iglesia, ayudado por el monje benedictino Hildebrando, futuro papa san Gregorio
VII, y por san Pedro Damiano. Convocó el Concilio de Letrán y los Sínodos de
Pavía, Reims y Maguncia, que consolidaron la estructura interior de la Iglesia y acrecentaron su prestigio en
el mundo.
Apuntes de interés:
Nacido en el año
1000, Miguel Cerulario era el patriarca de Constantinopla cuando se consumó el
cisma de
1054 que separó a
las Iglesias ortodoxa oriental de la católica occidental. Fue un enemigo
declarado de la
Iglesia de Roma,
cuya autoridad rechazaba, y escribió una encíclica en defensa de la
independencia de la Iglesia bizantina frente a la occidental.
Berengario de
Tours, nacido (también) en el año 1000, fue un teólogo y filósofo francés que
dirigió el colegio catedralicio de san Martin en su ciudad natal, desde donde
alcanzó prestigio universal por la multiplicidad de sus saberes y la independencia de su
pensamiento.
Esta independencia
le llevó a criticar la doctrina de la transubstanciación, afirmando que el
cuerpo y la sangre de
Cristo, están presentes sólo
de forma simbólica en la eucaristía.
153º Papa.- Víctor II (1055-1057)
154º
Papa.- Esteban IX(X), prohibió el matrimonio consanguíneo y de los
clérigos.
155º
Papa.- Nicolás II, convocó un sínodo en Roma en el que se prohibió
la simonía y el matrimonio a los sacerdotes, ordenando a quien tuviese esposa
que se separase de ella.
En ese mismo sínodo se prohibió
la investidura de los obispos sin autorización del Papa y se decretó que el
clero y el pueblo no podían elegir más que a los cardenales, y era a ellos,
cardenales obispos y cardenales presbíteros, a quienes correspondía la elección
del pontífice. La elección debía celebrarse en Roma y el pontífice debía
pertenecer al clero romano siempre que fuera posible.
156º
Papa.- Alejandro II. Tras los papados anteriores, la curia y el
clero romanos se hallaban divididos en dos tendencias: los partidarios de
proseguir la reforma cluniacense y quienes se oponían a ella. Entre los
primeros se encontraba quien había sido el principal consejero de los últimos
papas, el cardenal Hildebrando, quien, apoyándose en los normandos- bárbaros
pero buenos católicos- , defendió una reforma llamada a garantizar la pureza,
la fuerza y la independencia de la Iglesia. Frente a esa facción se hallaban el
emperador, sus obispos, condes y los señores feudales romanos, que preferían
una Iglesia débil y corrompida sometida al imperio y a la aristocracia romana.
Aunque la actividad de Alejandro
II fue más religiosa que política, actuando sobre todo en la reforma del clero,
y muy especialmente en Francia e Italia, su autoridad se impuso al resto de los
soberanos europeos, obligando a Enrique IV a no romper su matrimonio con Berta
de Saboya y excomulgando a los consejeros eclesiásticos del joven soberano por
haber consagrado, en Milán, un arzobispo designado por el emperador. Fue el
primer episodio de la que se conocería como la << querella de las
investiduras>>.
Apuntes
de interés:
La <<
querella de las investiduras>> fue una disputa que enfrentó gravemente al
papado con el imperio- la Iglesia con el
estado- durante los siglos XI y XII, a propósito de los derechos de los
príncipes laicos en la elección y
ceremonias eclesiásticas en que eran consagrados obispos y abades. El
desacuerdo se inició por la costumbre establecida de que el señor seglar
otorgaba al prelado a quien se consagraba el anillo y el báculo, símbolos de su
autoridad espiritual; con ese acto el prelado o abad que lo recibía quedaba
designado como tal.
157º
Papa.- San Gregorio VII, hijo de padres humildes, desde muy joven
fue llevado a Roma por un tío suyo que era superior de uno de los conventos de
la ciudad. Le costeó sus estudios y uno de sus profesores, el padre Juan
Giovanni Graciano, afirmó que nunca había conocido una inteligencia tan aguda
como la suya y cuando fue elevado al pontificado con el nombre de Gregorio VI
designó a Hildebrando (san Gregorio VII) su secretario.
Tras la muerte de Gregorio VI,
Hildebrando ingresó como monje en el monasterio de Cluny, en el que tuvo como
maestros espirituales a dos santos: san Odilón y san Hugo, y donde pensaba
permanecer el resto de su vida; pero al ser elegido papa san León IX, le llamó
y le nombró ecónomo del Vaticano y tesorero del pontífice.
A partir de ese momento fue
consejero de cinco papas y principal colaborador en la tarea de reformar la
Iglesia y a un clero alejado de la Santidad.
Subió al trono pontificio
aclamado por el pueblo y el clero.
Con mano fuerte, san Gregorio
VII destituyó al arzobispo de Milán, llegado a dicho cargo por simonía, y
convocó un concilio en Roma que aprobó y promulgó el famoso Dictatus papae,
su obra maestra, síntesis clarísima de su idea sobre el poder, tanto espiritual
como temporal, que, emanando de Dios, obra en el mundo a través de la Iglesia,
por lo que el natural depositario de ese poder es el Papa, situado por encima
del emperador, a quien habilita para gobernar, y no a la inversa.
Como consecuencia de esas ideas,
en ese concilio se privó a todos los gobernantes civiles del derecho a la
investidura, se decretó que sólo el Papa podía nombrar a los obispos y sólo los
obispos a los párrocos, e igualmente que todo el que nombrase a un obispo sin
permiso del sumo pontífice quedara excomulgado y que la misma pena recayese
para quien designase a un párroco sin ser obispo.
El primero en desobedecer al
Papa fue el emperador alemán Enrique IV, por lo que san Gregorio VII lo
excomulgó y liberó de su obediencia a los alemanes, lo que hizo que
inmediatamente se tramase una revolución en el imperio que amenazaba su poder.
Enrique IV se sintió perdido y fue como humilde peregrino a visitar al Papa,
que estaba en el castillo de Canossa; allí, vestido de penitente, permaneció
por tres días y tres noches ante las puertas y entre la nieve, suplicando al
Papa que lo recibiera y perdonara. Más que su actitud, evidentemente
interesada, los ruegos de sus amigos y vecinos hicieron que san Gregorio lo
recibiese, le oyese en confesión y le levantase la excomunión.
Grave error: apenas levantada la
excomunión, Enrique IV regresó a Alemania y reunió un gran ejército para luchar
contra el Papa, por lo que este le excomulgó por segunda vez. El emperador
replicó convocando un concilio en Maguncia que destituyó a Gregorio y
designando al antipapa Clemente III. Tras ello se dirigió – al frente de su
ejército- a Italia, sitió Roma y, tras tres años de asedio, el pueblo le abrió
las puertas, obligando al Papa a refugiarse en el castillo de san Ángelo hasta
que, a los pocos días, un ejército al mando de Roberto Guiscardo pudo sacarlo
de la ciudad para que se refugiase en el castillo de Salerno, donde murió, el
25 de mayo del 1085, y fue enterrado.
Su pontificado fue uno de los
más conflictivos y controvertidos de la historia de la Iglesia Católica, ya que
la puesta en práctica de sus ideas le valió tan leales admiradores como
implacables enemigos; abrió las puertas para la reforma de la Iglesia, pero
destruyó el poder del imperio y dio origen a la actitud contraria a Roma que,
desde entonces, se vivió en Alemania y otras zonas del Sacro Imperio.
En su momento de mayor
desolación le llegó la muerte. Las últimas palabras de san Gregorio se han
hecho famosas: <<He amado la justicia y odiado la iniquidad. Por eso
muero en el destierro>>. Parecía que sus enemigos habían quedado
vencedores cuando él murió, pero sus ideas se fueron imponiendo lentamente y
sus reformas, poco a poco, se impusieron en toda la Iglesia Católica; ha sido
considerado como uno de los papas más digno de admiración de la historia. Ahora
vemos a san Gregorio VII como el Papa de la Edad Media, uno de los pontífices
más santos de la Iglesia, un Papa que supo liberar a la Iglesia de la
esclavitud a que la sometían los gobernantes civiles y de sus propios gobernantes
indignos, y aunque no todos ni en todos los tiempos, son muchos, por fortuna
para la Iglesia, los papas que han acertado a seguir su ejemplo. Fue canonizado
en 1606.
158º
Papa.- Beato Víctor III, convocó un nuevo concilio, en Benevento,
que confirmó la excomunión al antipapa Clemente III y legisló en materia de
disciplina eclesiástica.
159º
Papa.- Beato Urbano II, este Papa trae a la memoria la Primera
Cruzada cristiana a los santos lugares, pero no debe olvidarse que intervino
también en España, donde ayudó a Alfonso VI en la toma de Toledo en 1085, y
aprobó el nombramiento del arzobispo de la ciudad como primado de una España
que vivía los heroicos días del Cid.
Durante este pontificado se
fundaron los conventos de Fontevrault, por el beato Roberto de Arbrissel, y el
de Císter, por san Roberto de Molesme, fundador de la orden cisterciense, que
un siglo más tarde refundó san Bernardo.
Siguiendo el camino indicado por
sus predecesores, renovó la excomunión a Enrique IV y al antipapa Clemente III,
e inició una relación cordial con el emperador bizantino Alejo Comneno, quien
le solicitó la intervención de un ejército cristiano contra los infieles que
ocuparon Tierra Santa.
Todo ello le llevó a realizar la
obra por la que pasaría a la historia: la organización de la Primera Cruzada
para liberar el santo sepulcro y el conjunto de Tierra Santa de la dominación
musulmana. El beato Urbano II dio oficialidad a la cruzada convocando un
concilio en Clermont, en el que se declaró la guerra a los infieles y se prometió
la remisión de sus pecados a quienes
tomaran parte en esta Primera Cruzada, la única que de verdad tuvo éxito de
entre todas las promovidas posteriormente. Un ermitaño francés, Pedro de
Amiens, fue el mejor pregonero del llamamiento del Papa.
160º
Papa.- Pascual II, tuvo que convocar un concilio en Letrán en el que
se renovó la excomunión a Enrique IV y a Clemente III, pues este y aprovechando
la sede vacante al morir Urbano II, volvió a establecerse en Roma y se decretó
la expulsión de Clemente III, lo que se logró con la ayuda de Rogelio de
Sicilia.
El pontificado de Pascual II
estuvo teñido por un clima de confusión que ensombreció la vida de Roma y por
su enfrentamiento con Enrique IV, quien una vez depuesto Conrado nombró rey a
su hijo Enrique V y quiso reconciliarse con el Papa cuando los obispos
prometieron obediencia absoluta a la Santa Sede durante el Concilio de Letrán
(1102). Aprendiendo de sus predecesores, Pascual II no se dejó engañar y
Enrique V destronó a su padre, Enrique IV, quien murió abandonado por todos.
Instituyó varias e importantes
órdenes de caballería a las que asignó la misión de proteger Tierra Santa y a
los peregrinos que allí se desplazaban: las Órdenes de los Templarios, de los
Teutónicos y de los Caballeros de san Juan. Durante su pontificado surgieron en
Italia dos grupos que se harían famosos por las contiendas que mantuvieron
durante décadas: los güelfos, partidarios del Papa, y los gibelinos, que lo
eran del emperador.
El nuevo emperador era como su
padre y marchó sobre Roma al frente de un ejército, hizo prisionero al Papa y
le exilió a la Sabina, poniendo en su lugar un nuevo antipapa, Alberto. Pero
este murió muy pronto, por lo que Enrique V quiso reconciliarse con Pascual II.
Al no poder hacerlo, porque el Papa había marchado a Francia buscando la
protección de Felipe I, Enrique V nombró un nuevo antipapa, Maginulfo, que
adoptó el nombre de Silvestre IV, aunque todos sabían que el emperador obraba así para provocar una
reconciliación con Pascual II.
161º
Papa.- Gelasio II, fue elegido Papa en secreto para impedir la
intervención del emperador, fue raptado por un representante del emperador,
familia de los Frangipani, y encerrado en una torre, en la que le sometió a
horribles torturas. Frangipani tuvo que liberar al Papa, que huyó a Gaeta, en
la costa occidental de Italia, donde fue consagrado y tomó el nombre de Gelasio
II.
Cuando el emperador regresó a
Roma, con Gelasio huido en Gaeta, le dio desposeído y nombró a Gregorio VIII,
un nuevo antipapa.
Gregorovius, en su historia de
la ciudad de Roma, dice de Gelasio II que fue una de las figuras más
conmovedoras en la historia de los Papas.
162º
Papa.- Calixto II y el emperador se habían encontrado en Alemania,
donde firmaron la llamada<<paz del imperio>>, pero dicho acuerdo
nunca fue respetado, por lo que el Papa convocó un sínodo en Reims, excomulgó a
Enrique V y regresó a Roma, donde aún se mantenía en la silla de san Pedro el
antipapa Gregorio VIII. Los normandos que acompañaban a Calixto II hicieron
prisionero al antipapa y, por orden del Papa, lo encerraron en el convento de
Cava.
Por fin el emperador se dio
cuenta de que tanto el pueblo como los príncipes electores estaban a favor del
Papa. Calixto II le escribió proponiéndole la reunión de una dieta en la que
participaran obispos y príncipes. Dicha dieta se reunió en Worms y el
concordato, firmado el 23 de septiembre de 1122, puso fin, tras cincuenta años
de disputas, a la <<querella de las investiduras>>: el emperador
renunciaba al derecho de investidura y la Iglesia quedaba en libertad para el
nombramiento de obispos y abades; mientras el Papa reconocía que el emperador
tenía derecho a asistir a dichos nombramientos y otorgar después la investidura
entregando el cetro. Este de Worms fue el primer concordato firmado por la
Iglesia con una potencia laica. Quedaba aún pendiente otro conflicto entre los
dos poderes: el del dominium mundi-
la dominación universal- a la que el emperador no podía renunciar, pero que
ostentaban los papas desde que Urbano II la ejerció durante la Primera Cruzada.
Poco después, el 18 de marzo de
1123, fue convocado el I Concilio Ecuménico de Occidente, en Letrán. En dicho
concilio no fue promulgado ningún nuevo dogma, pero fueron confirmados y
sancionados todos los aprobados por la Iglesia durante los últimos dos siglos.
En él fue leído y rectificado el Concordato de Worms y se publicaron 22 cánones
que condenaban la simonía, el concubinato de los clérigos, la intromisión de
los laicos en los asuntos eclesiásticos, la falsificación de moneda, los
atentados contra los peregrinos y la violación del juramento de tomar armas
contra los infieles, entre otros. Y en él, por deseo del Papa, se promovió la
segunda Cruzada.
163º
Papa.- Honorario II, como cardenal Lamberto Scannabechi, había
negociado en nombre de Calixto II para que se aprobase el Concordato de Worms y
como Papa prosiguió su política: la de afirmar la supremacía del papado sobre
el imperio, sabiendo que con las muertes de Calixto II y el emperador Enrique V
se había desatado una lucha encarnizada por el poder y por la sucesión en el
imperio.
En todo caso, la decadencia del
Sacro Imperio Romano Germánico se estaba iniciando, a los pocos días del
nombramiento de Honorario II, con la muerte de Enrique V, y ello llevaba a la
Iglesia a la cima de su poder, ya que durante los siglos doce y trece los papas
tratarán de ser árbitros del poder temporal en Europa y apoyarán a las
distintas naciones frente a las pretensiones cesaropapistas del emperador de
turno.
164º
Papa.- Inocencio II, en Francia celebró la Pascua de 1131 y coronó
al joven rey Luis VII. Durante su estancia en Paris aprovechó también para
convocar el Sínodo de Reims, gracias al cual obtuvo los apoyos de Inglaterra,
Castilla y Aragón. Con todos ellos logró entrar al año siguiente en Roma, donde
coronó a Lotario de Sajonia como emperador del Sacro Imperio Germano Romano.
Apoyado por san Bernardo,
convocó otro Sínodo al que acudieron los obispos de Castilla, Aragón, Francia,
Inglaterra y Hungría y en el que excomulgó al antipapa. Permaneció allí hasta
que Lotario, respondiendo a sus súplicas, marchó sobre Roma conduciendo
nuevamente al pontífice a la ciudad. Mientras tanto, la contienda con Anacleto
II, que ya duraba ocho años, finalizaba con su muerte el 20 de enero de 1138,
Anacleto II tuvo en Víctor IV un antipapa sucesor, pero este renunció a los dos
meses, lo que allanó el camino de Inocencio II en Roma.
El Papa, para borrar los restos
del cisma, convocó el X Concilio Ecuménico, que comenzó sus sesiones el 4 de
abril de 1139 y al que acudieron más de mil obispos. Entre otras resoluciones
tomadas en este concilio, se anularon los decretos de Anacleto II fueron
depuestos los obispos y sacerdotes ordenados por él.
Inocencio II confirmó los
cánones contra la simonía y a favor de la tregua de Dios establecidos por el
concilio precedente y excomulgó al rey Roger de Sicilia, que había apoyado
abiertamente la elección del antipapa Víctor IV. Más tarde, excomulgó al rey
Luis VII de Francia por simpatizar con el hereje Abelardo.
Apuntes
de interés:
Anacleto II fue
nombrado Papa tan solo tres horas después de que se hiciera lo propio con
Inocencio II,
enfrentándose a este durante ocho años.
Contaba con el
apoyo de buena parte de la sociedad romana, así como del rey Roger de Sicilia,
y permaneció en
Roma mientras su
contrincante buscaba aliados en el exilio entre los obispos y reyes.
Fue excomulgado en
1137, en el Concilio de Pisa. Murió en 1138, poco antes de que Inocencio II
lograra entrar en Roma con las tropas
aliadas del rey Lotario de Sajonia.
165º Papa.- Celestino II (1143-1144)
166º Papa.- Lucio II (1144-1145)
167º
Papa.- Beato Eugenio III, discípulo de san Bernardo. Sin embargo, la
elección parece que no fue en principio del gusto del Santo, quien acusaba al
nuevo pontífice de ser<< inocente y sencillo>>, aunque
posteriormente consideró éstas como sus dos grandes cualidades.
Se exilió en Viterbo, mientras
el pueblo romano quemaba y saqueaba las Iglesias; desde allí, partió a Siena, y
finalmente se estableció en Francia, donde mandó a san Bernardo predicar una nueva
cruzada después de la toma del principado de Edesa por los turcos en diciembre
de 1145.
En su afán de propagación de la
fe, de la corrección de errores y abusos, y en el mantenimiento de la
disciplina, el beato Eugenio convocó varios sínodos durante sus tres años de
exilio en Francia, envió al Cardenal Breakspeare- el futuro Adrián IV- como
legado a Escandinavia, entró en relaciones con la Iglesia de Oriente buscando
la reunificación religiosa, activó contra las herejías maniqueas, y aplicó
Cánones sobre la conducta y la vestimenta del clero en el gran Sínodo de Reims,
celebrado en 1148.
En 1148 regresó a Italia, y en
Cremona excomulgó a Arnaldo de Brescia y, con la ayuda de Luis VII y de Roger
de Sicilia, pudo entrar a Roma al año siguiente, aunque también por poco
tiempo.
Apuntes
de interés:
Para san Bernardo
era crucial la defensa de los santos lugares. Comenzó con Luis VII de
Francia, que había
tenido serios problemas con Eugenio III debido al nombramiento de un arzobispo.
Por tanto, deseaba
hacer algo que le reconciliase con el pontífice y una cruzada se veía como una
buena solución.
Al poco tiempo, los
sermones de san Bernardo lograron también convencer al emperador del Sacro
Imperio Romano Germánico, Conrado
III, y ambos ejércitos marcharon rumbo a Tierra Santa.
168º Papa.- Anastasio IV (1153-1154)
169º
Papa.- Adrián IV. Nicolás Breakspeare es el único pontífice ingles
de la historia.
170º
Papa.- Alejandro III. Excomulgó a Federico I Barbarroja.
Convocó un concilio ecuménico en
Letrán en el que se estableció la
obligación de que el elegido contase al menos con dos tercios de los votos
emitidos por los cardenales. Lo que históricamente continúa siendo importante.
171º
Papa.- Lucio III, convocó en Verona un sínodo en el que promulgó la
constitución Ad abolendam, que contenía normas para reprimir las continuas
herejías que brotaban en la época, un instrumento rápido y eficaz para
localizar y condenar cualquier forma de alejamiento de la ortodoxia, y embrión
del futuro Tribunal de la Inquisición, ya que confiaba al <<brazo secular>>
la tarea de castigar físicamente a los herejes.
172º
Papa.- Urbano III (1185-1187)
173º
Papa.- Gregorio VIII (1187)
174º
Papa.- Clemente III (1187-1191)
175º
Papa.- Celestino III (1191-1198)